CAMAGÜEY.- Ni Omar Acosta Jiménez ni José Luis Cadenas pensaron que el 27 de noviembre de 1959 pasaría para ambos como una fecha inolvidable en sus vidas. Ese día, el primero fue testigo de un momento excepcional de la Salud Pública cubana: la inauguración por Fidel del hospital Amalia Simoni; y el segundo, de la entrega a los niños camagüeyanos del antiguo regimiento Agramonte, transformado de fortaleza militar en escuela.

LA HISTORIA DE OMARITO

Omarito en la sala de su hogar.Omarito en la sala de su hogar.La presencia de Fidel no lo tomó por sorpresa. Estaba previsto que fuera al “Amalia Simoni”. Lo conoció en persona y lo saludó a los diez meses y veintiocho días del triunfo de la Revolución; desde antes, argumenta, sabía quién era, de cuando el asalto al Moncada…

“¿Que cómo me imaginaba a Fidel? Como un hombre valiente, y te digo que a raíz del asalto al Moncada me convertí en fidelista; después, cuando el desembarco del Granma, en revolucionario, y hasta el día de hoy”.

En la foto que acompaña la entrevista se encuentran personas allegadas a Acosta Jiménez: la que era su novia, ya fallecida, quien se encuentra al lado de Fidel, hermana de Paco Cabrera, que con los años se convertiría en General de División de las Fuerzas Armadas Revolucionarias; la mamá y el papá, y otras amistades, como Elda Plaza, luchadora de la campaña clandestina en Camagüey. El suegro de Omar, Sebastián Cabrera Martínez, era el administrador del hospital.

Fijó en su mente que Fidel, antes de partir, comentó que hablaría ese día en la Plaza de Méndez, hoy Joaquín de Agüero, acto que se convirtió en una extraordinaria manifestación de pueblo, porque de todos los lugares de la provincia asistieron hombres y mujeres para apoyar las medidas de la Revolución.

—Después de esa ocasión, ¿tuviste la oportunidad de ver de nuevo a Fidel?

—Sí, en actos y en la Cuenca Lechera, por ejemplo en Cuatro Caminos, del municipio de Najasa; allí yo trabajaba en un contingente de la construcción. Estuvo en varias vaquerías y en una de ellas me encontraba junto al resto del consejo de dirección y de su director, Leonardo Díaz, y le estrechamos la mano.

“No estuve muy cerca porque responderle a Fidel no resultaba fácil, era muy inteligente, hacía muchas preguntas y había que estar preparado. Quizá ahora, con la experiencia adquirida y los años vividos, me hubiera atrevido a conversar con él.

“Estar junto a Fidel nos causó emoción, y te digo que la personalidad, la autoridad que tenía y la mirada, fueron rasgos que impresionaron y nos dejó sin palabras”.

Fidel saluda efusivo al pueblo en el antiguo cuartel AgramonteFidel saluda efusivo al pueblo en el antiguo cuartel Agramonte

—¿Qué te causó la muerte de Fidel?

—Lo que a la mayoría de los cubanos: tristeza. Nos sorprendió porque fue un hombre y un estadista que no hay otro como él en el mundo entero; con una visión tan grande y que avizorara los problemas del futuro que a veces vemos, como el cambio climático y otros que están pasando a millones de kilómetros. Todo el pueblo de Cuba lo ha sentido, y el legado de él no puede morir, sino que se cumpla por todos aquellos que dijeron“ Yo soy Fidel”. Actuar de esa forma es lo que se necesita de los revolucionarios.

José Luis Cadenas, al lado del militar con cascoJosé Luis Cadenas, al lado del militar con casco

LA ORATORIA, UNO DE SUS ATRIBUTOS

José Luis Cadenas asistió como locutor por el Canal 11 de Televisión a realizar la transmisión del acto en Ciudad Escolar. Realmente no tuvo que hacer nada, porque era una cadena nacional, denominada: Fiel, Frente Independiente de Emisoras Libres.

“De acuerdo con la fotografía que conservo allí se ven los dirigentes de la Revolución que estaban, entre otros Almeida, Dorticos… fue una impresión grande participar en una actividad donde se hallara Fidel. Estuve en la Plaza el 4 de enero de 1959 y realmente no me imaginaba la clase de orador que era.

“Escuché la alocución que hizo en Santiago de Cuba, a través de Radio Rebelde, a las puertas de Santiago, y aquí en Camagüey el 4 de enero; lo que me maravilló fue su oratoria. En realidad era abogado, quienes ejercen esa profesión no solo estudian la forma de hablar, sino cómo hacerlo; abriendo los brazos y trayéndolos hacia el pecho atrae a los que les habla”.

Por suerte de la vida y de la profesión de locutor, Cadenas estuvo también en el acto de la Plaza de Méndez. Se quedó sorprendido cuando Fidel le preguntó: “¿Cuántas personas pueden haber allí?”. No supo qué contestarle.

Cadenas tiene anécdotas que contar, de cuando lo llevaron a la fábrica de cemento 26 de Julio, de Nuevitas, para presentarlo, las circunstancias de recorrer varios pisos para llegar al lugar indicado. “Estando al lado del micrófono, Fidel me mira como diciendo: ‘quién es este’”.

En un chequeo de emulación del sector agropecuario, realizado cerca de Jimbambay, punto donde se habilitan los vehículos con petróleo o gasolina y donde hay un lugar para desayunar o merendar, sí logró presentarlo.

Cadenas evoca la vez que estando en el Estado Mayor de Zafra en Camagüey durante la campaña previa a la zafra azucarera de los 10 millones, después de varios años sin verlo, Fidel identificó a Wilfredo Rodríguez Cárdenas, actor y locutor santiaguero residente en La Habana, quien con su voz difundió, a propuesta del Movimiento 26 de Julio, el llamamiento al pueblo de Cuba a la huelga general del 9 de abril de 1958.

Al ver la figura legendaria del Líder de la Revolución, Wilfredo exclamó a viva voz: ¡Fidel!, y en reciprocidad escuchó la exclamación de su nombre, sellado con un saludo efusivo que marcó para siempre la naturaleza humana de este hombre, nacido para vivir en la inmortalidad.