“…no fue por posar para la Historia que puso el pecho a las balas cuando vino la invasión, que enfrentó a los huracanes de igual a igual, de huracán a huracán…”. Eduardo Galeano

CAMAGÜEY.- Por qué será que tienes el don de ser el mío, el nuestro, el de todos. Por qué será que ante las dificultades te evocamos, para convertir el no en un sí, lo imposible en posible, lo errado en certero, la oscuridad en luz.

Porque nos enseñaste a luchar en cualquier circunstancia; y a levantarnos después de cada caída. Porque compartiste la fortaleza con los débiles. Porque no faltaste a la justeza ni un solo instante de tu vida. Porque con la honestidad y la verdad nos guiaste a puerto seguro sin importar cuán revueltos estuvieran los mares.

Desde los días de la Sierra, el verde olivo ha sido la señal más visible, la sombra de un guerrero sin reposo. Tú sabes cuánto significa la estrella de Comandante para un pueblo que alimenta su resistencia a cuenta de su propia historia.

Cuando más lejos te sentimos, en aquellas horas interminables de la proclama que nos enmudeció a todos, volviste convertido en soldado de las ideas, en el compañero de todos, y tu mirilla telescópica se transformó en un arma de alcance universal para hacerle la guerra a la guerra, para marcar la diferencia entre la supervivencia y la existencia, para convertir el odio en amor. Entonces, ¿cómo no creerte y saberte eterno?

Porque la semilla que sembraste ya no es país, brotó en Isla-universo, porque devolviste la dignidad a los tuyos y más allá, porque tu índice aún nos muestra el camino hacia un mundo mejor, porque eres un privilegiado de la historia, “pues ningún otro pudo transformar tanto el mundo y vivir para verlo”. Este, el pueblo que comandas, hace años te concedió el don con que muchos hombres sueñan pero pocos pueden lograr, que no conceden las hadas, sino los agradecidos, y este, Fidelísimo mío, Fidelísimo nuestro, no puede ser otro que el de la inmortalidad.