Sin titubeos y con gran claridad en sus palabras, Alberto Juantorena, bicampeón olímpico de Montreal 1976, confiesa con orgullo su estrecha relación con el Líder de la Revolución cubana Fidel Castro Ruz.

Y es que Fidel, como hombre de pueblo con alma de deportista, estuvo en todo momento cercano a los atletas de una pequeña nación que, poco a poco, se hizo gigante en el escenario competitivo internacional.

Incansable defensor del deporte como derecho del pueblo y máximo inspirador de los triunfos deportivos de Cuba en las últimas cinco décadas, el Comandante en Jefe dejó una huella imborrable en el movimiento atlético de la Isla.

Sin él, hubiera sido muy difícil alcanzar todas las medallas olímpicas y mundiales que hoy exhibe con orgullo el movimiento deportivo cubano, que ha contado con exponentes de la talla de Teófilo Stevenson, Félix Savón, Ana Fidelia Quirot, Javier Sotomayor, Mijaín López y el propio Juantorena, entre otros.

Con motivo de cumplirse este 25 de noviembre el primer aniversario del fallecimiento del líder de la Revolución cubana, el elegante de las pistas, como era conocido Juantorena en su exitosa etapa de corredor de 400 y 800 metros planos, revela a la ACN algunas de sus anécdotas con Fidel.

Lo primero que le viene a la memoria fueron los Juegos Centroamericanos y del Caribe de La Habana 1982, relacionado con su desempeño en la final del relevo masculino de 4x400 m, algo que según él lo marcó para siempre.

“Fíjate que el 12 de agosto era el cierre de la competencia y al día siguiente era el cumpleaños de Fidel, entonces le dije a mis compañeros de la cuarteta: ‘vamos a dedicarle la medalla de oro al Comandante como regalo por su onomástico’.

“Aquello fue una inspiración para nosotros y reconozco que todos hicimos un esfuerzo tremendo para ganar la carrera, porque los jamaicanos nos llegaron a sacar como 30 metros, pero al final pude remontar y lograr la victoria”, explicó Juantorena.

“Acto seguido lo saludé con el batón y me mandó a buscar para preguntarme qué seña le estaba haciendo, entonces le dije: ‘no compadre que mañana es tu cumpleaños y te queríamos regalar la medalla de oro’.

“Inmediatamente su reacción fue echarse a reír. Esas son de las cosas lindas que he tenido con Fidel, sin él, sin su magisterio, sin la Revolución, no hubieran existido las Glorias Deportivas que tanto enorgullecen a este pequeño país.

“También otro momento que recuerdo con especial cariño fue cuando regresé de los Juegos Olímpicos de Montreal 1976. Stevenson y yo llevábamos la bandera en el momento de bajar del avión y el Comandante estaba abajo esperándonos.

“En aquella época, nosotros nos comprometimos a enviar la primera medalla de oro a los Mártires del Moncada, pero yo le puse mi medalla a Fidel y la tuvo muchísimo tiempo, entonces un día me preguntó: ‘¿Dónde están tus medallas?’

“Enseguida le respondí: ‘una la tengo yo en mi casa y la otra usted’.

“En ese momento me dijo ‘¿que yo tengo tu medalla?’ Le contesté: ‘sí la tiene usted’.

“Después de eso, un día tocaron a la puerta de mi casa y Fidel me la devolvió. Esa medalla para mí tiene un valor inconmensurable”, comentó Juantorena con un brillo en los ojos que delata al instante su gran admiración por el líder de la Revolución cubana.

Y agregó: “Yo le hice una marquita y esa medalla está ahora en mi tierra natal de Santiago de Cuba, en el Reparto Flores, en una Academia de Ajedrez en la que se hacen actividades deportivas y culturales.

“Ahí está para todos los que quieran verla, en Calle C número 103 entre Julio Sanguily y Pizarro, como digno tributo a Fidel Castro”, concluyó Alberto Juantorena.