CAMAGÜEY.- Hay hombres que la historia y la memoria de los pueblos y de la humanidad se empeñan en perpetuar, y uno de ellos es el líder de la Revolución Cubana Fidel Castro Ruz.

Su paso por la vida terrenal, la obra que forjó, su pensamiento avanzado, lúcido, sus ideas del derecho a la libertad, a la soberanía e independencia de los pueblos frente a la política de opresión y explotación del capitalismo, le ganaron un sitio entre los que el tiempo no podrá borrar con el manto del olvido, a pesar de su transcurrir inexorable.

Este 13 de agosto si se encontrara entre nosotros físicamente, cumpliría 91 años, pues en fecha como esta del mes de agosto de 1928 nació en Birán, actual provincia cubana de Holguín, ubicada en la región oriental del país.

Desde su niñez, matizada por una rebeldía que lo acompañaría siempre, incluido su paso por la juventud universitaria y luego a lo largo de su bregar revolucionario, lo condujo desde estratega militar a estadista de talla universal.

Fidel fue siempre y será Fidel, para los cubanos y para todos los hombres y mujeres del mundo que tienen ansias de justicia social, de libertad, de bienestar económico, de dignidad.

A Cuba, pequeño archipiélago que navega en el Mar Caribe, Fidel le encontró un cimero lugar en el mapa internacional, porque demostró, con su ejemplo, que a contrapelo del poderío del imperialismo se puede forjar una nación digna, soberana, independiente, dueña de su destino y que no le rinde pleitesías a nadie.

Hoy, cuando aún no nos habituamos a dejar de cruzarnos con él en cualquier barrio, en una industria o en una unidad agropecuaria, sí sentimos su presencia en todo lo que tocamos, en la manera en que pensamos, en la forma en que nos conducimos, porque no somos los mismos que éramos antes de que él llegara a nuestras vidas, aunque quizá no lo percibamos, sobre todo, los que nacieron después de 1959.

Cuba cambió a partir del triunfo de la Revolución comandada por Fidel Castro un 1ro. de Enero hace 58 años y lo hizo para bien de los cubanos, pero también un poco para latinoamericanos y caribeños y otros pueblos del mundo que han sentido de una u otra forma la solidaridad internacionalista que él supo inculcarnos y que esparció por varios continentes sin pedir nada a cambio.

Su partida hacia la eternidad el 25 de noviembre del pasado año no hizo más que enraizarlo en la memoria y la conciencia nuestra y de los pueblos que podremos recurrir a él cuando necesitemos ideas para avanzar, aliento para la lucha, para continuar siempre adelante con total optimismo y absoluta fe en la victoria final.