CAMAGÜEY.- Sin dejar atrás qué trae consigo el reciente anuncio del paquete de medidas de Washington respecto a La Habana, ahora que la Asamblea General de las Naciones Unidas debate el bloqueo multilateral, es pertinente repasar algunas razones que justifican que Cuba vuelva a denunciar, precisamente en el escenario internacional donde más alcance reviste la política planetaria, la permanencia de tanta brutalidad contra el pueblo cubano.

A tono con lo trascendido, en este momento recuerdo que el presidente Obama tiene una gran reserva de posibilidades para adoptar decisiones que manden al basurero a la más que medio centenaria Guerra Económica del Gobierno de su país contra nuestra nación.

Estoy pensando en cómo el principal inquilino de la Casa Blanca puede autorizar las exportaciones a Cuba de productos estadounidenses para ramas clave de la economía como la minería, el turismo, la biotecnología, la producción petrolera y otras; la importación en EE.UU. de cualquier mercancía fabricada o derivada de productos cultivados, producidos o manufacturados por nuestras empresas estatales (níquel, azúcar, tabaco, ron… —solo ahora permite los productos biofarmacéuticos).

Pienso asimismo en la facultad del primer Mandatario para permitir la exportación a la Isla de insumos y equipos médicos, que puedan utilizarse en la producción de productos biotecnológicos; las formas más amplias de colaboración en el desarrollo, comercialización y suministro de medicamentos y productos biomédicos de origen cubano, por ejemplo, inversiones directas de compañías de EE.UU. y empresas mixtas; y las ventas de materias primas que Cuba necesita para producir medicamentos para la población cubana y la de otros países en desarrollo.

También medito en que el Jefe de la Administración de EE.UU. puede autorizar a compañías estadounidenses a comercializar tratamientos médicos cubanos en sus predios; a sus ciudadanos/as, recibir tratamientos médicos aquí y pagar por ellos; a entidades cubanas (bancos, empresas, etc.), abrir cuentas en bancos de allá; e instruir a los representantes estadounidenses en las instituciones financieras internacionales para que no bloqueen el otorgamiento de créditos u otras facilidades financieras a Cuba.

Igualmente, reflexiono que el conductor del Ejecutivo del Norte del Estrecho de la Florida tiene potestad para facultar a individuos y compañías estadounidenses a realizar inversiones en este territorio, más allá de las aprobadas para el sector de las telecomunicaciones; y a sus compañías, a realizar todas las transacciones y exportaciones relacionadas con la exploración y extracción de recursos de hidrocarburos localizados en la Zona Económica Exclusiva (ZEE) de Cuba, así como a que esas compañías materialicen transacciones y exportaciones para la prevención de derrames de petróleo en dicha Zona o en aguas territoriales cubanas.

No deseo pasar por alto que el todavía el Presidente de los Estados Unidos de América está en condiciones de darle luz verde al hecho de que empresas extranjeras utilicen plataformas de petróleo de aguas profundas para la exploración y extracción, que tengan más de un 25 % de componentes estadounidenses; a que las plataformas de exploración foráneas participen en la búsqueda de petróleo en la ZEE de Cuba y a utilizar productos de tecnología Made in USA; y a eliminar la lista de Nacionales Especialmente Designados, clasificación que se aplica a entidades cubanas o extranjeras con intereses en el archipiélago nacional que, una vez que reciben este calificativo, se les aplican todas las regulaciones del bloqueo y se ven imposibilitadas de realizar transacciones comerciales y financieras con Estados Unidos o con entidades extranjeras en terceros países que estén vinculadas a ellos.

Con tales presupuestos, considero que resulta innecesario un esfuerzo mental para deducir el porqué la ONU nos acompañará este 26 de octubre por vez número 25 cuando presentemos el Informe sobre la resolución 70/5 de la Asamblea General de las Naciones Unidas, titulado Necesidad de poner fin al bloqueo económico, comercial y financiero impuesto por los Estados Unidos de América contra Cuba, pues el asunto constituye un crimen contra la Isla, además de afectar al pueblo y empresariado norteamericanos, y a terceros países. 

El asunto constituye un crimen contra la Isla, además de afectar al pueblo y empresariado norteamericanos, y a terceros paísesEl asunto constituye un crimen contra la Isla, además de afectar al pueblo y empresariado norteamericanos, y a terceros países