Cuba transitó por el siglo XX con una economía distorsionada, resultado de la política de sojuzgamiento ejercida por los Estados Unidos durante la primera mitad de esa centuria bajo el régimen neocolonial, con los efectos negativos derivados del sistema capitalista.

En nuestro caso estas condiciones determinaron un estancamiento económico caracterizado por el control del Norte sobre nuestras industrias exportadoras (azúcar y níquel fundamentalmente) originando una estructura económica agrícola que nos convirtió en monoproductores de azúcar, industria ante la que el resto de las ramas eran poco significativas, lo que coadyuvó a que nuestra economía fuera abierta dado su carácter monoexportador donde, reiteramos, el azúcar era poco más del 80 por ciento, haciéndonos dependientes de las importaciones del mercado yanqui, situación acentuado por la política totalmente entreguista de Fulgencio Batista durante su dictadura (1952-1958) durante la que abrió de par en par las puertas de la economía cubana a los inversionistas yanquis.

A partir del triunfo del 1ro. de Enero de 1959 comienza el desarrollo de la etapa de la Revolución denominada democrático- popular, agraria y antimperialista, caracterizada por la adopción de medidas de beneficio social ante las que, lógicamente, ni la burguesía nacional, y mucho menos los yanquis, se cruzaron de brazos.

Las primeras leyes dictadas por el Gobierno Revolucionario, se concretaron a la intervención del Estado en la actividad de grandes latifundios y empresas norteamericanas, y a la revisión de acuerdos suscritos por los gobiernos pro imperialistas anteriores, sobre todo, en el campo de las concesiones a las industrias extractivas de la minería y el petróleo.

Todas estas leyes eran de orientación antimperialista.

En mayo de 1959 se produce uno de los primeros atisbos del bloqueo cuando las compañías norteamericanas ESSO STANDARD OIL y TEXACO OIL, junto a la británica SHELL, obedeciendo órdenes del gobierno de los Estados Unidos, abandonaron el refinamiento y la importación del petróleo, en un intento de paralizar nuestra economía. Llegados a nuestros puertos los primeros buque- tanques soviéticos cargados de combustible, las empresas imperialistas se negaron a refinarlos, situación ante la cual se decretó la intervención de las referidas instalaciones y acto seguido comenzó su funcionamiento a cargo del Estado revolucionario.

El 6 de julio de 1960 se establecieron las bases jurídicas para la expropiación de los monopolios yanquis en nuestro territorio, ante lo que se desencadenó una abierta agresión económica contra nuestra nación.

Amparado en determinadas facultades excepcionales otorgadas por el Congreso norteamericano, el presidente Eisenhower decretó la reducción abrupta de la cuota del azúcar cubana a exportar a ese país, a unas 700 mil toneladas, lo que representaba una disminución significativa de nuestra principal fuente de ingresos.

Pero la Revolución no se amilanó y el 6 de agosto siguiente, en digna respuesta a tal agresión, dispuso la nacionalización de los monopolios yanquis de la electricidad, el teléfono y la refinación del petróleo, esta última ya intervenida como explicamos anteriormente, además de 36 centrales azucareros de 21 empresas yanquis.

Estas medidas representaban un paso decisivo en la liquidación del dominio imperialista sobre nuestra base económica.

Por su parte la burguesía cubana, donde aún podía, se dedicó a sabotear las producciones, extrajeron capital sin reinvertir y acumularon grandes cantidades de dinero en efectivo para enviarlo al extranjero de manera clandestina y finalmente; dejaron las fábricas a la deriva.

El 2 de septiembre del propio año nuestro pueblo, reunido en la mayor concentración protagonizada hasta ese momento, y como muestra de respaldo a este proceso, proclamó la Primera Declaración de La Habana donde quedó claramente expresado por nuestro Comandante en Jefe la condena a la explotación del hombre por el hombre y la de los países subdesarrollados por el capital financiero imperialista.

Días después se nacionalizó la banca norteamericana y el 13 de octubre se llevó a cabo la ofensiva contra el gran capital nacional mediante las leyes 890 y 891 decretando la nacionalización de los bancos y las empresas comerciales e industriales de la burguesía nacional. De manera simultánea se produjo este proceso en el resto de la banca extranjera.

El 14 de octubre, con la promulgación de la Ley de Reforma Urbana quedó eliminada la especulación con el arrendamiento de inmuebles.

Ante el avance de la Revolución el Gobierno norteamericano estableció oficialmente el bloque económico a nuestro país, adoptando como primera medida la eliminación total de la cuota azucarera cubana de su mercado.

A partir de ese momento los yanquis cortaron los créditos a nuestros bancos y congelados los fondos en divisas en bancos estadounidenses.

Tanto las exportaciones de maquinarias como piezas de repuesto y de cualquier tipo de medicamento se prohibieron, incluyendo alimentos y medicinas.

Y fueron más allá de sus fronteras; valiéndose de su hegemonía económica y política en el mundo capitalista, exigieron a las empresas subordinadas a sus monopolios suspender las ventas de productos a Cuba, y presionaron a sus aliados para que rompieran sus relaciones comerciales con nosotros, llegando a decretar el cese de su ayuda a quienes nos prestaran cualquier tipo de colaboración.

Ante tal embestida, la Revolución cubana adoptó la medida de nacionalizar el resto de las empresas norteamericana que, de importancia secundaria, aún quedaban en nuestro territorio.

Cuando el 23 de febrero de 1961 Cuba decide establecer el control estatal del comercio exterior y crear un organismo facultado para esa tarea, inmediatamente los yanquis aplicaron una serie de medidas, entre las que podemos apuntar, según decreto del Departamento del Tesoro, la prohibición de la entrada a Estados Unidos de productos metálicos que contuvieran nuestro níquel, y posteriormente de cualquier producto de origen cubano, aunque fuese fabricado en otro país.

Para 1964 los yanquis aprueban una enmienda a su Ley de Ayuda Exterior, mediante la que solicitan a los quienes la reciben que tomen las medidas apropiadas que impidan a sus navíos y aviones de transporte hacerse cargo de mercancías con destino a nuestro territorio.

Esta decisión de los llevó a establecer una política de carácter piratesco y criminal, evidenciada en ataques a embarcaciones de nuestras operaciones comerciales, como el hundimiento del barco Oriente, el español Sierra de Aranzazu ametrallado cuando transportaba juguetes para los niños cubanos, el sabotaje al Lidia Doce en los momentos en que se disponía a salir de Canadá cargado de mercancías, por citar algunos de la década del ¨60.

A partir del derrumbe del capo socialista durante los años 90, la política de bloque del imperialismo se ha recrudecido.

Enmiendas y leyes como la Toricelli y la Helms Burton, avaladas por la mafia cubana radicada en Miami, han hecho cada día, cada hora, todo tipo de esfuerzos y presiones para que los cubanos de aquí, los que estamos al lado de la Revolución, y hasta los que permanecen en la Patria únicamente por amor a la tierra en que nacieron, sucumbamos por hambre.

Pese a todo tipo de presiones, pese al bloqueo, contra todas las aspiraciones del enemigo y sus pronósticos, aquí estamos.

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