Con el aval de haber alcanzado el grado de coronel del Ejército Libertador como parte de la legendaria caballería camagüeyana comandada por el Mayor Ignacio Agramonte, el mambí Manuel Sanguily Garrite dejó una huella imperecedera entre los combatientes más perseverantes, incondicionales y principistas de esta nación, cualidades que lo acompañaron toda la vida.

Si fuera poco, es uno de los clásicos del periodismo y las letras cubanas, algo no suficientemente reconocido, de acuerdo con entendidos. Su existir fue jalonado por una carrera política en la que no sólo ejerció un periodismo crítico y profundo, sino también la enseñanza, la investigación y el testimonio histórico.

Nació el 26 de marzo de 1848, en la calle habanera de la Obrapía, el patriota que dio sus primeros pasos libertarios en la llamada Guerra de los 10 años, iniciada el 10 de octubre de 1868 por Carlos Manuel de Céspedes.

Falleció el 23 de enero de 1925, hace 97 años, por causas naturales también en su natal Habana. Se había retirado de la vida activa en 1917.
Integró las filas mambisas de la primera guerra en 1869, en compañía de su hermano Julio, quien llegara a alcanzar el grado de mayor general del Ejército Libertador.

Manuel Sanguily había sido uno de los más brillantes alumnos del colegio El Salvador, fundado por el ilustre pedagogo cubano José de la Luz y Caballero. También allí impartió luego clases de literatura y gramática. Más tarde dio el decisivo paso de convertirse en soldado de la Patria oprimida por el colonialismo.

No solo fue comandado por el histórico Mayor Ignacio Agramonte, también peleó en las tropas dirigidas por el Generalísimo Máximo Gómez y bajo órdenes del general Antonio Maceo, quien apreciara su valía de combatiente e intelectual, de manera especial. Participó en medio centenar de combates y se destacó en encuentros como La Sacra, Palo Seco y la Batalla de las Guásimas.

Actuó como representante a la Cámara desde mediados de 1874, por el Departamento de Occidente, función que desempeñó hasta principios de 1875, debido a su renuncia. Aspiraba entonces unirse a las huestes de Máximo Gómez que ya habían llegado a Las Villas.

En junio de ese año Sanguily acompañó a Gómez en el encuentro que sostuvieron con el mayor general Vicente García, en el enclave nombrado Loma de Sevilla, Camagüey. Allí enfrentó con firmeza la sedición de Lagunas de Varona.

A principios de 1877 salió junto a su hermano Julio, del que era entonces ayudante, a cumplir una misión fuera del país. Tenían el fin de reforzar el apoyo a la causa cubana desde el exterior con la organización de expediciones armadas.

Llegados a Nueva York, durante su estancia los sorprende el Pacto del Zanjón y el posterior fin de la guerra, aunque desde Mangos de Baraguá el 15 de marzo de 1878 el general Antonio Maceo se opuso tenazmente a la capitulación.

Retorna a la Isla. Muchos años después, con el comienzo en 1895 de la Guerra Necesaria convocada por José Martí, se dirigió a Tampa y más tarde siguió a Nueva York, donde realizó numerosos contactos organizativos en puntos de reunión de la emigración cubana para apoyar a la revolución que continuaba. Regresó a Cuba en octubre de 1898 y allí fue investido como delegado del Segundo Cuerpo de Ejército a la Asamblea de Representantes de Santa Cruz del Sur.

Más tarde asistió al momento desgarrador en que la intervención de EE.UU. frustró la independencia ganada heroicamente por los mambises. La nación hervía con la indignación por el ultraje norteño, etapa llamada de manera insultante la Guerra hispano-estadounidense, con menosprecio a la participación y protagonismo de los cubanos en su genuina gesta libertaria.

Fue miembro de la Comisión encabezada por el Mayor General Calixto García, en el llamado cónclave de Santa Cruz. Luego viajó a Estados Unidos a fines de ese año para gestionar el licenciamiento del Ejército mambí.

Dirigió el Instituto de Segunda Enseñanza de La Habana durante la etapa de la intervención militar norteamericana.

Mantuvo su rectitud política en 1901 al oponerse en primera instancia, como delegado a la Asamblea Constituyente, a la Enmienda Platt impuesta por Washington a la Antilla Mayor. Luego la aprueba cuando se dieron garantías de que habría república y una Constitución, condiciones que pusieron con valentía los mambises cubanos. Comprendió que la fuerza del ocupante no permitiría otra cosa.

Entonces su trayectoria siguió por los derroteros acostumbrados, inspirados por la honradez y la valentía. Su obra y acciones reflejaban el compromiso con su país, en especial con el ideal independentista, contrario abiertamente al anexionismo y a la subordinación al gobierno estadounidense.

La prosa y la narrativa de Manuel Sanguily eran profundas, incisivas y de una gran belleza formal, pues mostraban maestría en el uso de la retórica de su tiempo.

Cuantiosas publicaciones contaron con su pluma como Cuba Contemporánea y las Revistas Bimestre Cubana y la de la Facultad de Letras y Ciencias de la Universidad de La Habana. En 1910 estuvo en la nómina de fundadores de la Academia de la Historia de Cuba.

Responsabilidades administrativas de relieve desempeñó en diferentes gabinetes de gobiernos de la república nacida luego de la independencia. Junto a otros buenos mambises luchó verticalmente, sin poder alcanzar algunos de sus propósitos. Nunca cejó en tal empeño.