CAMAGÜEY.- Era un domingo como la mayoría, quieto, de descanso, de estar en familia. Tal vez más tranquilo de lo deseado porque esta COVID-19 nos ha impuesto una quietud angustiosa. Era un domingo como la mayoría también para Rolando e Iván hasta que pasado el mediodía recibieron una llamada que les convocaba. Supieron de un grupo de personas que se manifestaban en contra de la Revolución, y allá se dirigieron.

Quienes les avisaron fueron muy claros: “no puede haber violencia”. Y con banderas, fotos de Fidel, de héroes y mártires de la patria salieron a defender la Cuba que tenemos, perfectible e inmensa, también la que queremos, con mayor calidad de vida y menos estrecheces. El objetivo estaba claro: defender, no enfrentar.

Rolando González Hernando es mayor del Ministerio del Interior (Minint), tiene 51 años y se desempeña como logístico. Él iba entre los primeros de un grupo que subió por el puente Triana, que comunica la calle Palma con la Avenida 26 de Julio, para encontrarse con los manifestantes

“Allí estaban personas gritando ofensas y nosotros portábamos banderas y carteles, desarmados. Ellos hicieron como que se retiraban, y avanzamos. Quedamos en un punto en que no se podía retroceder fácilmente. Entonces comenzaron a lanzar piedras. No sé de dónde sacaron tantas y de todos los tamaños. Una bien grande me impactó en el lado derecho de la cara y me tumbó. Mis compañeros me llevaron para el hospital y allí me explicaron que me habían fracturado el tabique. Pensé que perdería el ojo porque no podía ver, pero era la inflamación. El jueves me quitaron los tapones y ya no he tenido más sangramiento.

“La violencia no es la solución para los problemas que vive Cuba” asegura este oficial que cree que el diálogo es una mejor vía para llegar a un consenso. “La vida de las personas hay que cuidarlas, todos somos seres humanos. Mi historia hubiera sido diferente si la piedra me da en la frente. No hay que llagar al vandalismo. Los que reaccionaron de esa manera deben ser juzgados, sin represión, pero aplicar la Ley. No hay que herir a otros para demostrar que se tiene una opinión diferente.

“Yo no puedo asegurarle que todos lanzaron piedras, pero estaban de acuerdo con lo que sucedía. Fuimos varios heridos”.

Cuando Rolando cayó al suelo, Iván Córdova Salas corrió a socorrerlo y en ese momento recibió un golpe en la cabeza. No sabe si fue un palo o una piedra, solo sintió el impacto y acto seguido la sangre que corría por su cara. Fueron 14 puntos los que le die-ron en el hospital provincial Manuel Ascunce Domenech. Luego de la sutura regresó para el lugar de los enfrentamientos.

“Con esa actitud no se defiende ninguna ideología. Lo que hicieron fue crear caos e inseguridad en la calle. De pacífico no había nada, por lo menos donde nosotros estuvimos; aquello parecía un ajuste de cuentas”, asegura este chofer de 49 años de edad, trabajador civil del Minint.

“Aquí siempre se ha luchado por mantener la tranquilidad ciudadana. Tenemos la seguridad de que nuestros niños van y vienen solos a las escuelas. A esa conquista, que es la paz, no podemos renunciar nunca”.

Rolando apunta que está muy agradecido por la solidaridad de sus vecinos en el reparto La Esperanza. “No tengo una vida social muy activa porque me voy todos los días temprano a trabajar y regreso tarde en la noche, por eso me ha sorprendido cómo tantos se han acercado para preguntar en qué pueden ayudar, si tomarme la presión o si necesito algún antibiótico. No me imaginé que me iban a apoyar tantas personas más allá de mi familia.

“Mi mamá, que vive en Senado, no sabe nada toda-vía. No quería que se enterara para evitarle el disgusto y la preocupación porque ella ya está mayor y es hipertensa, pero las personas necesitan saber que el domingo también hubo agresión física”.

Por estos días muchos defienden la verdad a partir de lo que vieron en las redes sociales o por lo que les contaron. Rolando e Iván estaban allí. Sus cuerpos tienen las huellas irrefutables de los estragos que causa la violencia, la verdad que no contaron las directas en Internet.