CAMAGÜEY.- Por fuerte que le suene, discriminación es el término que aplica a la injusticia que viven por estos días las integrantes de los cuatro equipos clasificados a la semifinal de la Liga Nacional de Fútbol femenino. Hace un mes concluyó la etapa clasificatoria de la competencia y tres veces se ha suspendido la discusión de las medallas por problemas organizativos en La Habana, primero, y en Santiago de Cuba, después.

 El primer cambio en la final del torneo fue eliminar el formato de hexagonal que estaba previsto y en su lugar anunciar cruces de un solo partido entre los dos primeros de cada zona geográfica en semifinales y dos días después discutir las medallas también en 90 minutos.

Los elencos de La Habana y Villa Clara, por el occidente, y Santiago de Cuba y Camagüey, por el oriente, se alistaron para el nuevo desafío en el estadio La Polar, de la capital. Pero el día antes de viajar fueron notificados por las autoridades del balompié cubano que no era posible económicamente en ese momento. Una semana después anunciaron que los desafíos se celebrarían en la cancha sintética del estadio Antonio Maceo, de la Ciudad Heroica, para cancelar esa opción unos días después y volver a mudar los recursos a La Habana. Lógicamente, tras el paso del huracán Ian por el este del archipiélago, esta semana se volvió a suspender el evento.

Ejemplos de competencias postergadas y eliminadas del calendario sobran después del impacto de la COVID-19 y en medio de crisis económica que vive el país, pero lo incomprensible es que haya arrancado el Torneo Clausura de la Liga masculina y se mantengan sus fechas sin que las mujeres puedan completar su certamen. Burocracia presupuestaria aparte es inconcebible que esto pase en el sistema deportivo de una sociedad que legislativamente busca eliminar diferencias y discriminación por concepto de género (ahí está el ejemplo reciente de la aprobación del nuevo Código de las Familias).

Este no es un fenómeno exclusivo del fútbol, disciplina que llevaba varios años sin celebrar la lid femenina de mayores mientras los varones seguían en juego con mejores condiciones de trasporte y alojamiento. La discriminación de género en la organización del calendario deportivo cubano incluye casi todos los deportes colectivos. Formatos de competencia más reducidos, peores condiciones logísticas o menos transmisiones radio-televisivas para ellas resultan solo algunos de los aspectos que marcan este lamentable fenómeno. Es hora de cambiar el panorama.