CAMAGÜEY.- Creyendo contar con las condiciones necesarias para el alzamiento armado en lo inmediato, la Sociedad Libertadora de Puerto Príncipe, sin precisar la fecha de la acción pero con la idea de hacerla coincidir con el viernes 4 de julio de aquel 1851, seleccionó como punto de concentración la sabana de Guanamaquilla, tres leguas al este de la ciudad y orillada por el camino que conduce a la sierra de Maraguán.

Con especiales precauciones y previendo la persecución de los servicios de inteligencia del gobierno español, el 30 de abril Joaquín de Agüero y otros comprometidos a la acción abandonaron la población internándose unos en los montes y otros, junto a Agüero, viajaron hacia Las Tunas y Bayamo para entrevistarse con los jefes revolucionarios de esas comarcas y ajustar el alzamiento, también visitaron San Miguel de Nuevitas, Guáimaro, Cascorro y Las Minas, estableciendo finalmente campamento en la finca San Luis, al norte de Las Minas.

Mientras y durante los primeros días de mayo y con revelaciones ciertas de los propósitos del movimiento revolucionario, fueron detenidas varias personas de las principales familias de la ciudad quienes, según orden de la autoridad militar, quedaban como rehenes pues a la primera señal de hostilidad del pueblo serían fusilados por traidores a España. Al siguiente día los detenidos fueron conducidos a La Habana donde se les encerró en el castillo del Morro

Para la segunda quincena de junio el lugar donde se produciría el alzamiento de los camagüeyanos quedó al descubierto cuando la esposa de un complotado relató el secreto a un sacerdote y este corrió a comunicárselo al teniente gobernador de Puerto Príncipe José Lamery, quien ya conocía algunos elementos de la conspiración, incluyendo un plan de invasión que se produciría desde Norteamérica de un momento a otro, por lo que desde semanas anteriores la capitanía general había reforzado las fuerzas militares en la ciudad de Camagüey.

No decayó por ello el aliento revolucionario de los lugareños que con entusiasmo bélico daban por hecho el triunfo de las armas cubanas en poco tiempo, así como la incorporación a la lucha de cientos de soldados de la libertad, tanto fue esta seguridad que por indicaciones de la esposa de Agüero, Ana Josefa Agüero y Perdomo, se mandó decir misa en todos los templos de la ciudad como rogativa por el triunfo de las armas cubanas, por supuesto que el ilusorio ardor religioso fue denunciado por la curia romanista ampliando Lamery el número de detenidos y armas ocupadas, muchas de ellas enterradas en el ingenio azucarero San Luis Zaragozano, situado en    el camino de Juruquey, hacia el río Tínima y a escasa distancia de la ciudad.

Conocedor de los sucesos que ocurrían en el Camagüey y ante la posibilidad de que su cuartel hubiese sido también denunciado, Agüero decidió sin pérdida de tiempo trasladarse hacia los montes de San Jacinto, lometón empinado y aislado en la penillanura flanqueado por el río Las Piedras, a poca distancia al norte de Cascorro, posteriormente mudó su vivac hacia los montes del Buen Refugio, en la hacienda San Francisco de Las Piedra o Piedra de Juan Sánchez, lugar donde se encontraban concentrados algunos de los principales complotados que lograron escapar de Puerto Príncipe cuando se inició la ola de detenciones.
Con datos ciertos y confesión de algunos prisioneros, las autoridades españolas destacaron fuertes patrullas armadas para batir las regiones por donde pudieran encontrarse los revolucionarios mientras llegaban tropas para reforzar la guarnición, en especial compañías de cazadores, fuerzas apreciadas por su movilidad llamadas a formar en tiempo de guerra las cortinas estratégicas en las fronteras de los países europeos, operando esencialmente en terrenos montañosos. En Francia y en Bélgica los cazadores recibían el nombre de batallones alpinos o batallones de montaña.

Se sumaban además jinetes de escuadrones de caballería del también veterano regimiento número 1 de Lanceros del Rey, quienes constituían un término medio entre la caballería pesada y la ligera, o sea, entre los coraceros y los húsares o cazadores a caballo: armados con lanzas, sables y carabinas, este jinete podía, desmontado, operar con efectividad como un soldado de infantería.   

El día 26 de junio Agüero supo que su nuevo campamento ya había sido denunciado y que el ejército se movilizaba sobre su rastro trasladando el contingente bajo su mando, unos 40 hombres, tres leguas al este hacia las márgenes del arroyo Jiquí, finca de San Francisco de Jucaral.

Sin querer esperar más debido al cerco que el ejército español estaba tendiendo, la Sociedad Libertadora de Puerto Príncipe determinó el primero de julio realizar el alzamiento para el 4 en el mismo campamento de Jucaral concentrándose allí los grupos de Francisco de Zayas Cisneros, y Miguel Benavides, todos a las órdenes de Juan Mateo Ponte, recibiendo noticia de otras partidas dispuestas a secundar la acción procedentes de Santa Cruz del Sur, Guáimaro, Nuevitas y La Guanaja, lo que suponía una fuerza de unos 400 hombres sobre las armas

Entonces sucedió lo imprevisto. Por estos días se desato un fuerte temporal, los caminos y los arroyos inundados dificultaban el paso y con ello las comunicaciones entre las tropas rebeldes acampadas en San Francisco y la ciudad. La informaron de que el punto de concentración y alzamiento ya no se produciría en Guanamaquilla, no llegó a su destino, por otro lado y aun sin conocer la fecha dispuestas para el alzamiento pero si e sitio en Guanamaquilla el teniente gobernador había dispuesto patrullas y emboscadas en la sabana, capturando varios patriotas que habían acudido a la cita en ese lugar, entre estos al joven Juan Antonio Sánchez, portador de una carta enviada a Joaquín de Agüero por su esposa y un soneto a la firma de Martina Pierra Agüero. Impulsada por su fe patriótica pero totalmente irreflexiva, Josefa Agüero le enviaba una bandera cubana confeccionada el día anterior por ella e información sobre acontecimientos en la ciudad y el lugar donde estaría refugiada para sumarse a los insurrectos.

Al atardecer del 4 de julio Joaquín de Agüero reunió a los presentes para decirles que ese día, al conmemorarse el 73 aniversario    de la Declaración de Independencia de Norteamérica, ”fecha que proclamó ante el mundo de que de hecho y de derecho    deberían ser todos libres e independientes, ...deseaba que se conmemorara    esa gloriosa fecha declarando y proclamando la independencia de Cuba ...declarando que desde ese día quedaba extirpada por siempre la esclavitud en Cuba”.

Esa misma tarde se izó por vez primera en Camagüey la bandera que le acompaño desde que abandonó la ciudad y que había llegado a Puerto Príncipe durante los días que antecedieron el intento de Narciso López un año antes , Esa misma noche en Jucaral los allí reunidos, unos 40 hombres en total, elaboraron y firmaron el acta de independencia de San Francisco de Jucaral.

Se iniciaba para Joaquín de Agüero y sus seguidores una odisea que culminó 39 días después ante un pelotón de fusilamiento en la sabana del arroyo Caridad de Méndez.

  • Fuente; Coronel Francisco Arredondo y Miranda, periódico El Camagüeyano, 4 de julio de 1923