A esa estela de acontecimientos se sumó hace algunas semanas la partida del estelar Alfonso Urquiola, figura clave en el entramado de las novenas de Pinar del Río y referencia imprescindible en cualquier cronología sobre la pelota criolla en el último medio siglo.

Su decisión viene a dar continuidad a una saga que ya tuvo entre sus protagonistas a los colegiados Melchor Fonseca y Luis César Valdés, quienes también abandonaron los diamantes en el mejor momento de sus respectivas carreras.

Tampoco hay que forzar demasiado la memoria para recordar otros desencuentros al interior de la Federación Cubana de Béisbol (FCB), con motivo de cambios en el calendario y los reglamentos para el traslado de atletas entre provincias, o hechos de violencia que han empeñado el espectáculo en su sentido más amplio.

Para agregar variables a la ecuación, el futuro cercano apunta a nuevos cambios de fecha y formato en cuanto a la Serie Nacional, y en el horizonte de las contrataciones en el extranjero parece crecer la posibilidad de que los jugadores de la Isla no tengan que desertar para probar suerte en las Grandes Ligas.

Son solo algunas, entre las muchas especulaciones que generan las declaraciones de personalidades como Antonio Castro, vicepresidente de la Confederación Mundial de Softbol y Béisbol (WSBC), quien más de una vez ha llamado a “encontrar una solución realista para este problema”.

Otros puntos de atención son las posibles fórmulas de autofinanciamiento que deberá ensayar la pelota cubana en el corto y mediano plazos. En la actualidad, el sistema de torneos domésticos se mantiene gracias a grandes erogaciones del Estado, pero sin retribuir gastos.

A pesar de que en varias oportunidades se ha analizado el asunto, hacia el interior de la Isla siguen sin aprovecharse fórmulas como la comercialización de camisetas y otros artículos, que pudieran ayudar a solventar los gastos de la Serie Nacional y su sistema de torneos en las categorías inferiores.

Ahora que la 54 Serie Nacional es historia, y en el cronograma de eventos internacionales se abre un impasse propicio para la recapitulación, algunos dejan la puerta abierta a la idea de que temas así se incluyan en la agenda de la FCB y terminen traduciéndose en soluciones concretas.

La pelota antillana no podrá nunca competir con la Gran Carpa en cuanto a recursos, ni en ninguna de sus estrategias podrán obviarse las presiones que impone el Bloqueo norteamericano. Ambos son obstáculos a los que no se puede menospreciar pero que sí es posible eludir, al menos en parte, si se aprovechan las cartas que juegan a nuestro favor.

No hay otra que intentarlo; van siendo ya demasiados los ausentes al convite de ¡A jugar!

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