Sin lugar a dudas, un resultado así tiene su respuesta en un mejor servicio ofrecido en la Atención Primaria de Salud (APS), cuestión que posibilita la llegada de las embarazadas en una situación adecuada a los hospitales maternos; y también, a que el seguimiento a los lactantes ya en sus hogares es mucho más riguroso.

A todo esto puede añadirse el papel que desempeñan las acciones dirigidas a la educación y promoción de Salud y a las prestaciones en los hogares maternos.

No quiere esto decir que las autoridades del sector y el personal vinculado al Programa de Atención Materno Infantil (PAMI) estén convencidos de que queda poco por hacer o todo esté logrado, sino por el contrario, prevalece el criterio de que ese cero fallecidos debe ser igual a cero descuido y exceso de confianza.

Entre los problemas a seguir al detalle está el número de muchachas con menos de 20 años que se encuentran en estado de gestación, y sobre las cuales no cabe el mínimo descuido, porque ellas, por no encontrase aptas física, psíquica y biológicamente para parir pueden constituir un escollo en los resultados del Programa, traducido en niños con bajo peso al nacer, con otras afecciones, e incluso, en fallecidos al nacer.

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