Acoto lo anterior para ponernos en contexto respecto a lo ocurrido esta tarde en el parque Cándido González. Se trataba del primer desafío ante la formación de Artemisa, habitual victimaria de los nuestros –en la campaña precedente los derrotó en dos de los tres partidos– y virtual clasificada para la ronda de los ocho primeros.

Camagüey no podía llegar en una situación más adversa: firmemente asentado en el fondo de la tabla, con solo tres subseries ganadas y un balance de derrotas que como local “dobla” al de su discreto acumulado de victorias. En ese contexto las perspectivas se tornaban más que sombrías y el par de carreras anotadas por los Cazadores en el mismo primer capítulo (jonrón de Roberto Zulueta mediante) llegaron como para confirmarlo.

Aquí hago un “salto”, casi cuatro horas después (en el final del décimo) la nave que dirige Esteban Lombillo enrumbaría hacia uno de sus triunfos más espectaculares, gracias a sólida línea del emergente Leonel Segura con las bases llenas y empate a tres.

Eso sería entonces; antes, la escasa concurrencia presenció el paso de tres lanzadores artemiseños (Yuliesky González, Yuniesky García e Israel Sánchez) y cuatro camagüeyanos (Arbelio Quiroz, Jaime Vidal, Yosimar Cousin y Yormani Socarrás). El “Cañón de los Coquitos”, en particular, estuvo en su tarde de gracia: ponchó a los cuatro hombres a los cuales enfrentó y esbozó su primera sonrisa del actual torneo, hasta ahora archivaba cinco descalabros y cuatro salvamentos.

Mirado en su conjunto, el desafío de este sábado sirvió para poner de relieve lo que tantas veces hemos repetido: estando en el fondo de la tabla y con tantas ausencias en nuestra alineación, esta es la hora de dar juego a los que llegan, de apostar por una nómina renovada que preserve a los mejores entre los experimentados pero que también ponga sobre el terreno a figuras de tanto porvenir como los ascendidos desde la categoría sub-23.

El triunfo de hoy se cimentó en muchos aportes: el buen paso de Quiroz en cinco y un tercio, el relevo de Cousin (salvado en el octavo por excelente tiro hacia la goma de Dairon Blanco), el doble impulsador de dos carreras conectado por Wiliam Luis en el sexto, la mencionada actuación de Socarrás, el cañonazo contra los colchones de Segura que dejó al campo a la tropa de Danny Valdespino…

Por separado, ninguno de esos acontecimientos tiene mayor trascendencia, pero en su conjunto reportan el desenlace que nos ocupa (triunfo de 4-3 sobre la visita). Y no se trata de otro equipo, es el mismo que ha caído ante formaciones débiles (me vienen a la mente casos como el de Mayabeque) y ha plantado cara a otras como Matanzas.

Concluyo con la idea del principio: de Camagüey no espero sorpresas, pero sí unos cuantos buenos momentos; es posible, y por qué no, los nuevos pueden ayudarnos.   

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