Cuba mejoró un puesto en el medallero con respecto a su actuación cuatro años atrás, y se ubicó en la octava posición, con dos preseas de oro, cuatro de plata e igual cantidad de bronce, en un evento al que asistieron atletas de 24 países.

   Un dato significativo es que siete meses antes de esa cita continental había triunfado la Revolución en la Antilla Mayor, lo que sería un punto de partida para la consecución de importantes victorias del deporte cubano en la arena internacional.

   Estados Unidos (122-73-54) mostró un dominio abrumador en calidad de anfitrión, muy distanciado de Argentina (9-22-12) y Brasil (8-8-6), ocupantes del trío de vanguardia.

   Para el béisbol de la Isla en su retorno -no asistió a la lid de pelota en Ciudad de México 1955- el torneo no fue nada feliz debido a la eliminación de su equipo del cuadro de medallas, encabezado por Venezuela.

   Entre las actuaciones descollantes de deportistas latinoamericanos volvió a destacarse el brasileño Adhemar Ferreira da Silva, quien conquistó su tercer metal áureo en la prueba de triple salto, en el atletismo.
 

  Además, en el campo y pista, los concursantes locales demostraron todo su poderío y excelente nivel, luego de alcanzar 26 títulos, de 32 posibles.

   También los dueños de casa reinaron en el baloncesto, en uno y otro sexo, esgrima, lucha, esgrima, natación, tiro, remo, equitación y levantamiento de pesas.

   Por su parte, Argentina ganó el fútbol masculino por tercera ocasión consecutiva; México revalidó el liderazgo del tenis y Brasil triunfó en el voleibol para damas.

   Precisamente, en suelo brasileño, en la ciudad de Sao Paulo, volverían a reunirse los mejores atletas de América, para competir y confraternizar en la cuarta edición de los Juegos Panamericanos.


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