El día 10 de marzo la opinión pública mundial se “sorprendió” con la noticia, mientras en la Casa Blanca tuvieron que morder el polvo de la derrota por la reacción que a favor de Venezuela se ha producido por parte de líderes políticos, gobernantes, intelectuales y organizaciones de solidaridad.

La carta de Fidel Castro a Maduro y la Declaración del Gobierno Revolucionario de la República de Cuba, emitidas en la noche del 9 de marzo en La Habana, constituyeron un acicate para los venezolanos.

Ayer ante el Parlamento el presidente constitucional venezolano leyó el mensaje de Fidel con el orgullo de hermano y era propio que dijera que nadie puede creer que la Patria de Bolívar y de Hugo Chávez constituya una amenaza para la seguridad nacional de Estados Unidos.

En febrero de 2014 Nicolás Maduro propuso a Obama un diálogo bilateral para evitar desavenencias y fricciones y nunca se recibió respuesta, todo lo contrario.

Los que siguen los acontecimientos recordarán las guarimba y los vínculos de diplomáticos norteamericanos con ese hecho, más otras acciones para desestabilizar y destruir a la Revolución Bolivariana.

¿Qué se esconde detrás de la posición norteamericana? Cortar el proceso de integración y de cambios de América Latina y El Caribe.

Los imperialistas y sus lacayos siguen dolidos por los diferentes fracasos sufridos con el derrumbe del ALCA, el golpe petrolero y otras maniobras de desgaste.

En verdad para algunas personas sorprende que Obama haya decidido emitir la Orden Ejecutiva a pocas semanas de que se celebre la Cumbre de Las Américas y desconociendo que la II Cumbre de la CELAC, efectuada en La Habana declaró la región de América Latina y El Caribe como zona de paz.

Coincido con el punto de vista del periodista argentino Carlos Aznárez de que la decisión del presidente norteamericano es un verdadero disparate, mientras añado de que una vez más Estados Unidos se equivoca con los pueblos amantes de la soberanía nacional, la libertad y la paz.

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