El tiempo y su paso paquidérmico devoraron el árbol original, pero quedó la historia como símbolo de arraigo y de empeños de progreso, así que cuando el promotor cultural Pedro Martín Rodríguez se decidió a fundar un proyecto de desarrollo local en este municipio, su primer chispazo fue nombrarlo así: El Algarrobo.

Pedro, quien dirigió la comparsa Los guaracheros de Minas durante 19 años y brindaba asesoría al conjunto de música campesina 17 de Mayo, se dolía de ver a estas agrupaciones cultoras del arte tradicional fenecer en sus intentos por falta de recursos, instrumentos, vestuarios. En el Consejo Popular de Minas 1, comenzó a nuclear a aficionados a la música y la danza popular y a un grupo importante de niños con los cuales trabajar estas herencias, y se lanzó a escribir su proyecto, con la ilusión de encontrar oídos receptivos y ayuda para mover la inercia cultural y recreativa de su pueblo.

Minas, uno de los 20 municipios identificados por el Centro para el Desarrollo Local de Cuba como desfavorecido geográfica y socio-culturalmente, estaba ávido de empeños así. A raíz de un curso coordinado por el Centro Universitario Municipal, la idea de Pedro fue perfilándose metodológicamente hasta convertirse en un proyecto maduro y sólido que para el 2015 contará con financiamiento internacional y que, ya desde antes, viene recibiendo el apoyo de actores de su comunidad.

"Nos asignaron la antigua sala de video, que hoy se encuentra en desuso, para que nos sirviera de sede. Allí pretendemos fundar en un futuro muy próximo el Centro de las Tradiciones, una institución mineña que ayude al rescate, el asesoramiento y la promoción de las diversas manifestaciones de la cultura tradicional de nuestras localidades", refiere el gestor de El Algarrobo.

Más allá de la cuerda del deseo, muestra orgulloso a "La Colmenita", un grupo de niñas entre los 3 y los 12 años que desde el 2009 vienen acompañándolo en sus sueños. Las pequeñas se presentan en cuanta actividad aparece: desfiles pioneriles del 1ro. de Mayo, carnavales infantiles, peñas culturales en sus circunscripciones, ferias del libro; y hasta conocieron y compartieron escenario en su tierra con las abejitas de Tin Cremata, las de la colmena mayor.

Aunque la expectativa es que "El Algarrobo" se crezca hacia la música, las artes plásticas, la literatura y el arte culinario; por ahora, en sus arranques, Pedro y las niñitas van cultivando el teatro y la danza, como quien "calienta" la escena para lo que está por venir.

"Aquí aprendo a no tener miedo, a expresarme correctamente, a recitar, bailar y cantar", asegura orgullosa Brenda Castillo Calderón, la nena de once años que empezó en el grupo cuando tenía apenas cuatro. Otras como Danna Maura y Shalia, de solo tres, revolotean cerca declamando poesías de abejas que bailan al son del tambor. Madres y padres, felices de verlos crecerse sobre el escenario, aseguran estar en extremo agradecidos de esta iniciativa, que ha hecho que sus hijas se desinhiban, mejoren sus relaciones, hagan nuevas amistades y tengan una manera sana y educativa de entretenerse.

Casi a coro Gleisy, Yadira y Yalixi terminan el diálogo con un reclamo de la familia que ya son: "los padres les estamos muy agradecidos a Pedro, por sacar adelante este proyecto con tan pocos recursos. Su amor y esfuerzo constantes nos comprometen a seguir impulsando la idea; solo hace falta que haya más apoyo de Cultura, del Gobierno, de todos los factores posibles, para que no se quede en el empeño de unos pocos".

Así va creciendo por Minas un nuevo y frondoso tronco, uno cultural que intenta avivar el apagado panorama de la zona y que se sueña punto de amarre para las expectativas y los sueños de los nuevos habitantes del Paradero.

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