CAMAGÜEY.- Ignacio “Nachito” Herrera estrenó anoche el piano electroacústico de cola del Teatro Avellaneda, en esta ciudad, donde se dio el gusto de “sudar” la guayabera en su Cuba natal, como solista invitado de la Orquesta Sinfónica Juvenil de Minnesota, donde radica desde el 2002.
Luego de interpretar el Concierto para piano y orquesta en Fa Mayor, de George Gershwin, se dirigió al público para dedicar la próxima pieza a quien donó ese instrumento: “un defensor de la real música cubana que está entre nosotros: Don Adalberto Álvarez. Gracias por defender el son”, enfatizó.
Entonces saludó al Caballero del Son, que le admiraba desde el segundo piso, y abrazó el teatro con las notas de Cuba, qué linda es Cuba, y el auditorio le acompañó a coro y con aplausos, por pulsar las teclas de la identidad a través de una composición devenida himno de cubanía, originalmente compuesta por Eduardo Saborit.
“El piano está bueno. En los Estados Unidos, también la compañía Yamaha acaba de sacar un modelo parecido. Muchos pianistas clásicos lo usan, porque la situación con los pianos acústicos se hace difícil. Invito a que lo usen. El piano está divino, suena bien, tiene buen mecanismo, tolera la presentación de obras fuertes. Gracias por el honor de ser el primer solista que lo usa”, comentó a Adelante.cu.
Terminado el concierto, que duró alrededor de dos horas, Nachito Herrera no calló el deseo de fiestar a la camagüeyana, ya que la ciudad anda de San Juan, una celebración popular de larga tradición: “Ya estoy loco por quitarme mi traje serio de pianista clásico…”, bromeó.
—Antes de Camagüey tocó en La Habana, ¿nota diferencias en los públicos?
— No. Sentí el mismo calor de la gente, el mismo sentimiento de cubanía. Nunca me ha defraudado mi pueblo cubano y la orquesta se sintió como en su casa. Es un sueño para mí ver esta orquesta juvenil interpretando obras cubanas como la primera del repertorio: La Tumba de Alejandro García Caturla de Islas y Montañas, de Shelley Hanson.
“Les agradezco que, aunque hayan tenido deseos de ir a La Trocha —una de las áreas de festejos—, de tomarse su cervecita decidieron apoyar no solo a Nachito, el pianista cubano, sino a una orquesta juvenil que vive tan lejos, que tenía muchas dudas acerca de Cuba. Regresarán a sus casas con una visión completamente distinta a lo que les habían dicho. Lo más importante de la gira es mostrarles la realidad de Cuba, el calor y la hospitalidad del cubano. El concierto me hace sentir mucho más orgulloso de ser cubano”.
—En Cuba preocupa el cada vez menos visible público para la música de concierto, ¿sucede allá?
—Desde hace unos años está pasando no solo en Cuba. Lo que aquí se conoce como música culta, que allá se identifica como clásica, pasa por un momento difícil, debido a la industrialización de la música para un público que no entiende por qué tenemos la necesidad de tener 80, 90 o 100 músicos encima de un escenario. Yo no soy tan viejo, pero en mi época no había ni celulares. Tenemos que despertar en la nueva generación la motivación por escuchar esta música, quizá haciendo versiones respetuosas que le introduzcan las melodías clásicas. La música clásica es la reina y la madre de las músicas. No podemos hacer absolutamente nada en el mundo sin ella.
—Desde su experiencia como egresado de la enseñanza artística de aquí, ¿en qué medida la Orquesta Sinfónica Juvenil de Minnesota es un medidor para los cubanos?
—Defiendo que la música es una sola. Es música siempre y cuando la hagas con amor, con respeto a los estilos. Representa mucho para mí ser parte de este proyecto que viene de un estado donde no se escucha la música cubana. Allá decidí tolerar las frías temperaturas porque a mi esposa no le gusta mucho el calor, y fue emocionante ver 80 jóvenes de Minnesota tocando un danzón.
“Con resultados como este y el apoyo del público se te despiertan los sueños y los deseos de seguir luchando, porque no existe la posibilidad de que muera la música de Bach, de Mozart, de Beethoven, de Chopin, de Rachmaninoff, como no va a morir el cha cha chá ni el danzón ni el mambo ni el mozambique. Son estilos que se han creado para continuar en la historia por siglos y siglos.
“Siempre estaré dispuesto a tocar un danzón que un concierto de piano porque me considero uno de los músicos más dichosos. Pude absorber la educación de la escuela clásica cubana, y al mismo tiempo la cultura cubana. Tuve la dicha de recibir clases del maestro Rubén González, de conocer los secretos del cha cha chá con Joseíto González, con muchos de los grandes artistas que han puesto nuestra música en lo más alto de los niveles del mundo. Eso hago con la bendición de Dios, que me dé salud para seguir haciendo”.
—¿Fue bueno sudar en Camagüey con guayabera?
—Estaré siempre tocando en cualquier escenario del mundo con guayabera porque esta persona que hoy en día no vive aquí sigue siendo cubano, se sigue levantando a las seis de la mañana como buen guajiro para estudiar su piano, pero no dejo nunca de tomar mi cafecito. Si no tomo mi café cubano en la mañana, no funciono. Tocando con guayabera le muestro al mundo respetuosamente nuestras raíces, nuestra cultura, el nivel profesional de nuestras escuelas de música. Un músico cubano con su guayabera y sus zapatos de dos tonos puede hacer lo mismo un concierto de Rachmaninoff que un danzón.
“Lo de la guayabera fue idea de mi esposa cuando fuimos a la gira de la Orquesta Sinfónica Nacional de Cuba en los Estados Unidos, en el 2012. Era la primera vez que una orquesta de esa índole visitaba ese país. Me sirvió de mucho. Desde esa fecha hasta la actualidad toco con la guayabera porque es bien cómoda, me veo más bonito y me encanta. Así me encontrarás siempre en los conciertos”.
Nachito Herrera está considerado entre los grandes pianistas cubanos, equiparado a Chucho Valdés y Gonzalo Rubalcaba. En 1990 egresó del Instituto Superior de Arte de La Habana. Se destaca su labor como pianista, arreglista y director musical. Integró el proyecto Cubanismo. Ha sido reconocido con el EMY y el Grammy. Ha compartido escenario con prestigiosos músicos como Chick Corea, Michael Tainer, Tata Güines, Carlos de Puerto, Tito Puentes, Oscar de León, Yellowjackets y Celia Cruz, entre otros. Ha participado en más de 40 álbumes y grabaciones.