CAMAGÜEY.- La Orquesta Sinfónica Juvenil de Minnesota, Estados Unidos, dirigida por Manny Laureano, mereció el aplauso del público de esta ciudad, por el concierto ofrecido anoche en el Teatro Avellaneda, el segundo de los tres previstos en la gira por Cuba.

Con la interpretación de los himnos nacionales de ambos países abrió el programa que compuso de afectos cerca de dos horas de diálogo cultural, entre las energías de quienes tocaban y el corazón abierto de quienes admiraba el virtuosismo en cada ejecución.

El repertorio incluyó el homenaje a un cultivador de la música afrocubana en el género sinfónico con La Tumba de Alejandro García Caturla, Islas y Montañas (1999), de Shelley Hanson; el Concierto para piano y orquesta en Fa Mayor, de George Gershwin, con el cubano Nachito Herrera como solista invitado, quien además interpetó Cuba, que linda es Cuba, de Eduardo Saborti; y la Segunda Sinfonía en Mi Menor, Op. 27, de Sergei Rachmaninoff.

El impacto por la acogida estimuló la incorporación dos movimientos no anunciados en el programa: el segundo de una sinfonía de Dmitri Shostakóvich, y el tercero de otra pieza que destaca el seis, música rural popular de Puerto Rico, la patria de los padres de Manny Laureano.

Aunque el placer de la orquesta fue obvio, el maestro insistió a la prensa: “Hemos encontrado a la gente de Cuba tan cálida, con un entusiasmo que nos cae tan bien. Ese entusiasmo de aplaudir todos juntos dice que es un pueblo unido”.

“Creo que este concierto ha sido el mejor de la gira. Estaban bien atentos, tocando con ganas, y eso es gratificante. Ellos quieren tocar lo mejor que pueden para ustedes, quieren dejar una impresión buena de una orquesta juvenil de los Estados Unidos, de Minnesota, allá pegado a Canadá”, enfatizó Manny Laureano.

Para este director, la agrupación ha sido un espacio de ensanchamiento de la experiencia pedagógica, por los resultados a corto plazo con los 80 adolescentes, de entre 13 y 18 años de edad, que se han descubierto a sí mismo a través de la música, y para los que la música ha sido también puente de descubrimiento de realidades diferentes a la suya.

“El concertino Archie Brown tiene 15 años, y solo lleva tocando cuatro años; pero tiene un cariño para la música, siente cada nota, y son muchos los muchachos así. Yo he visto que han cambiado tanto. No sabían nada de la música sinfónica y ahora les gusta buscar toda la información que puedan”.

Manny Laureano contó que en su territorio solo una escuela se especializa en las artes, y que la mayoría de sus integrantes procede de una enseñanza regular con rigurosos programas, mas su orquesta ha sido un aliciente para la familia en general.

“Unos cuantos vienen de 75 millas fuera de Twin Cities, donde ensayamos cada sábado. Amanecen a las cinco, para que los padres los traigan. Muchos de los padres están en la organización -Minnesota Youth Symphonies MYS-, y son dulces porque saben que trato de enseñarles una disciplina, un idioma importante para su vida. Este año hemos trabajado con amor para venir a Cuba”.

Manny, quien empezó sus estudios de música en escuelas públicas de Nueva York y fue trompetista principal de la Orquesta Sinfónica de Seattle, se conmocionó en el Teatro Avellaneda por los reconocimientos entregados por la Dirección Provincial de Cultura y el Centro Provincial de la Música.

De la gira en Cuba de esa agrupación de Minnesota le resta el intercambio con la Orquesta Sinfónica de Holguín, como hizo con la de Villa Clara, y el concierto hoy en la Sala Dolores de Santiago de Cuba.