CAMAGÜEY.- El Ballet Contemporáneo Endedans nació con el nombre de Ballet Endedans, y ofreció la primera función el 23 de mayo del 2002 en el Teatro Alkázar.

Aquel día estaba cargado de simbolismo porque 35 años antes sobre el mismo escenario bailaron las alumnas más avanzadas de Vicentina de la Torre, a quien se debe el surgimiento del Ballet de Camagüey (BC), por lo que participaron estudiantes de danza y del BC.

El término “endedans” aludía la intención de la entrega artística desde lo más visceral hacia afuera, en sentido contrario a lo que en ballet se mueve de afuera hacia adentro.

Yaylín Ortiz, directora de Endedans. Foto: Otilio Rivero Delgado/ Adelante Yaylín Ortiz, directora de Endedans. Foto: Otilio Rivero Delgado/ Adelante Con el proyecto Tania Vergara se proponía vincular a los muchachos de la Academia de las Artes Vicentina de la Torre a las acciones de la vanguardia del arte hecho por jóvenes a través de la Asociación Hermanos Saíz. Pronto los integrantes eran todos graduados, y fueron creciendo los adeptos a esa propuesta irreverente. Era una compañía de autor que luego se abrió a las colaboraciones de coreógrafos.

“Los primeros 12 años en los que fue dirigida por Tania Vergara, la compañía alcanzó una solidez importante dentro del panorama nacional. A partir de su salida sufrimos una desestabilización, y después de tres años hemos vuelto a la estabilidad”, comenta Yaylín Ortíz Clavería, actual directora.

“Siento que en mi persona no se dan aquellos rasgos característicos de los directores de compañías, prosigue la maestra Yaylín. Será que todavía soy una profesora o que tengo un modo distinto de ver la danza. En mis aulas siempre tuve caras nuevas, personas nuevas por las que luchar, y no me agoto.

“Yo nunca había sido tan importante como ahora que estoy dirigiendo Endedans. Mira que he graduado niños, que he dirigido tesis y era imperceptible. Como joven directora estoy asombrada de lo que significa Endedans para el público camagüeyano. Cambia la dirección, cambia la estética y sigue siendo importante para él. La gente siente Endedans muy suyo, con un cariño especial, con una ternura, como algo que nació de aquí y que tienen que proteger”.

PRIMERA BAILARINA

Cuando llegó a Endedans, Lisandra Gómez de la Torre no sospechaba que era la puerta al descubrimiento de sí misma. Tenía 19 años y una formación clásica, pero esa compañía exigía el virtuosismo desde el trabajo de piso y otras rupturas de la danza.

“No sabía cómo moverme, cómo romper con el academicismo aprendido en la escuela. Poco a poco fui entrando en la estética que proponía Tania Vergara, me interesó su trabajo creativo. Ahora me fascina lo que realiza Pedro Ruiz, nuestro coreógrafo”, cuenta quien ya es primera bailarina.

Lisandra Gómez y Jesús Arias. Foto: Aldo BianchiLisandra Gómez y Jesús Arias. Foto: Aldo Bianchi“La vida es lo que una se proponga. Desde pequeña soñaba con ser primera figura. Cuando veía el ballet por la televisión quería ser esa muchacha que de pronto salía en medio del cuerpo de baile. Ese sentimiento personal me fue impulsando al esfuerzo y los retos constantes en esta compañía me han hecho crecer. No fue un proceso rápido. Endedans para mí es una verdadera casa, es la energía que me abraza hace 12 años. Siempre algo me ata y me hace desear estar aquí. Ser ya primera bailarina me confirma la posibilidad que te brinda un esfuerzo diario”.

¿Por qué te seduce el ballet contemporáneo?

—Por la realización estética de la compañía, por la posibilidad de movimiento, porque puedes romper con el academicismo de la danza clásica, usas elementos de otras intenciones coreográficas. Me entusiasma esa búsqueda constante de algo diferente. Endedans me ha enseñado a ser más atrevida.

Tienes un niño de seis años, ¿ha limitado tu carrera?

—Por Carlos Manuel no he tenido que desprenderme de nada. Mi hijo me ha enseñado lo hermoso de ser madre y lo bello de ser una mujer responsable. Me da mucho aliento, cuando me escucha decir que estoy agotada: ‘Ay, no, mamá, no dejes el trabajo que tú bailas lindo’. Es el mayor regalo que me ha dado la vida.

Cuando bailas con Jesús Arias se nota un amor profundo, ¿cambia esa intensidad en casa?

—Jesús también es un regalo. En la casa compartimos las labores, y en el trabajo me alienta, cuando tengo que hacer algo sola me dice dónde tengo que mejorar... y yo también trato de ser soporte para él.

Ustedes son los que más tiempo llevan en Endedans, ¿cómo les va con un elenco jovencísimo?

—Estoy muy feliz con el elento artístico, la mayoría recién graduados que asumen la compañía con admirable responsabilidad. Hemos logrado un elenco cohesionado, que se entiende en los ensayos, que está dispuesto hacia un mismo propósito en nuestra proyección nacional e internacional.

¿Está Endedans en tus sueños de futuro?

—Mis sueños siempre han sido la posibilidad de mantenerme en esta compañía, poder convertirme en una coreógrafa; y además tengo el interés inmenso por enseñar. Me dan la posibilidad de dar clases de técnica contemporánea, y eso me tiene totalmente enamorada, estudiando, investigando y es un incentivo nuevo.

DETRÁS DE BAMBALINAS

Julito con Siuchién Ávila, quien se luce en Endedans, después de una exitosa carrera de más de 20 años como bailarina. Foto: Otilio Rivero Delgado/ Adelante Julito con Siuchién Ávila, quien se luce en Endedans, después de una exitosa carrera de más de 20 años como bailarina. Foto: Otilio Rivero Delgado/ Adelante Detrás de bambalinas hay muchas personas que sostienen la compañía: el jefe de escena, el utilero, el de las luces, el del sonido y, por supuesto, el de la promoción. Por eso Julio César Delgado ha desempeñado un rol protagónico en el escenario de las relaciones públicas de Endedans, pero lamentablemente rara vez se reconoce a los técnicos.

Como él, es fundamental el sonidista Boris Martínez, que toma el ensayo igual que un bailarín; y el luminotécnico Milton Ramos, quien aprehende cada ballet para poder sugerir y valorar la luz con el coreógrafo.

Pero Julito “renunció” a eso por escarmiento propio: “Cuando no teníamos operador de luces me atreví y dejé a oscuras a la gente; intenté con el sonido, pero cambiaba los track… Decidí no tocar ningún equipo. Lo mío es la publicidad y la imagen de la compañía”.

Una vez pensé que tenía una frustración raigal. ¿Querría bailar y no pudo?: “Jamás. Sucedió que trabajaba en la Casa del Joven Creador y Reinaldo P. Labrada, entonces presidente de la Asociación Hermanos Saíz en Camagüey, me habló de las audiciones para una compañía que se quería fundar y conocí a Tania Vergara. Se logró como con cinco bailarines. Yo ayudé a la organización de la primera función en el Teatro Alkázar”.

Quince años después resulta indiscutible su sentido de la danza: “No veo mi vida en otro lugar que no sea este. He visto crecer esta compañía. He tenido el privilegio de estar en las buenas y en las malas, pero siempre  enamorado del trabajo de la compañía. Es un sentido de pertenencia muy fuerte, y los bailarines con más tiempo aquí sienten lo mismo que yo. Primero está Endedans y después mi casa”.

Y no es difícil de comprobarlo durante las vacaciones cuando llega a la sede con la energía de los bailarines que van para recordar su ballet, para mejorar la técnica, para no perder la forma.

“Endedans es la única compañía de ballet contemporáneo en Cuba —asegura Julito— puede que en La Habana lo hagan esporádicamente, pero con esta línea solo nosotros. Es un logro de la cultura en Camagüey, algo que hay que apoyar, seguir y comprender. Estamos en uno de los mejores momentos en los 15 años”.