Camagüey.- La novena edición del festival bienal Teatrino concluyó ayer en esta ciudad, luego de casi una semana de puestas en escena para la familia, y en especial, para los niños.

Colectivos de Camagüey, Las Tunas, Granma y Guantánamo ofrecieron obras recientes en salas tradicionales y espacios abiertos, que merecieron el aplauso del público.

Maribel López, directora del Guiñol de Guantánamo agradeció la oportunidad de traer Una luna entre dos casas, que el huracán Matthew impidió llegar al Festival Nacional de Teatro de Camagüey, en el 2016.

“Esta obra trata de la incomunicación, de los miedos, de que los niños de todas las edades entiendan que el juego es importante entre ellos. El teatro hoy tiene ese gran reto. El niño está deslumbrado por la tecnología, los videos... pero el teatro de títeres tiene su magia, su encanto con la comunicación directa”, aseguró Maribel López.

El Teatrino dedicó la edición al Guiñol de Camagüey, algo que Mario Guerrero consideró genial, porque implicó el homenaje a un colectivo que durante 55 años ha vindicado a los títeres.

“Estoy muy satisfecho con el Teatrino. La convocatoria debería extenderse a grupos del occidente del país. Su espacio teórico remarcó la posibilidad del diálogo, de ver cómo es el quehacer en las distintas especialidades. Compartimos con especialistas que trabajan con niños desde el punto de vista de la danza. Ese todo hace posible un trabajo mejor con la infancia, que el Festival de Camagüey no tiene”, insistió Mario Guerrero.