CAMAGÜEY.- Ocho de febrero, 3:40 a.m. La espera de casi un día comenzaba a sembrar desespero en el reportero y desilusión en el fanático. Llevaba horas rodeado de varios de los mejores representantes de la música popular bailable, a los que dejaba pasar a mi lado sin “atacarlos”. Me reservaba para una presa especial. Mi objetivo era el líder de la orquesta, que según entendidos, es la más importante de nuestro pentagrama; el hijo de uno de los músicos más grandes que le ha nacido a esta isla de melómanos: Samuel Formell.

El joven percusionista, y Los Van Van, el llamado tren de la música cubana, llegaban a Camagüey para participar en el evento Sonido Camagüeyano, una suerte de concierto de 24 horas donde se mezclaron agrupaciones locales con otras de impacto nacional e internacional como NG La Banda, Maykel Blanco y su Salsa Mayor, Tania Pantoja y su grupo, y el anfitrión del espectáculo, Manolito Simonet y su Trabuco.

La noche era de locos. Unas 150 000 personas bailaban y gritaban en la Plaza de la Revolución Ignacio Agramonte y Loynaz cuando comenzaron a deambular los integrantes de Van Van detrás del escenario. El último en aparecer, con cara de cansado, fue Samuel. Lancé mi propuesta: “Maestro, soy reportero del periódico Adelante y quisiera hacerle unas preguntas sobre la actualidad de la orquesta”. Su respuesta: “Claro, viejo, vamos”. Segundos después comenzó la esperada entrevista.

Sentados uno frente al otro, rodeados apenas por tres colegas, busqué en mi agenda la primera interrogante, que leí con voz de locutor de telediario:

—En los últimos años Van Van ha lamentado la partida física de varios fundadores o integrantes del plantel, y la de su creador Juan Formell. ¿Cómo les afectaron además las recientes pérdidas de Miguel Ángel Rasalps (Lele), Pedro Fajardo y Mario Luis Valdés?

— La muerte de mi padre fue repentina. Aunque no estaba en el escenario con nosotros, participaba en cada decisión y nos daba vueltecitas. Yo producía los discos junto a él, pero ya era el director musical, porque estaba recibiendo el legado. Aparte de haber estudiado música, el hecho de haber nacido dentro de Van Van, asistiendo a los ensayos y los conciertos desde bien pequeño favoreció mucho mi formación y mi sentido de pertenencia. Él se inclinó por mí porque sabía que yo tenía impregnadas las raíces musicales de la orquesta e intuía hacia dónde debería inclinarse en su futuro desarrollo.

“Lamentamos mucho la desaparición física de Lele (padre) y Mayito el flaco, porque fueron cantantes que marcaron época y son parte de nuestra historia. Aunque ya no pertenecían a la agrupación, lo sentimos mucho. Pero sin dudas una de las pérdidas que más nos afectó fue la de Pedro Fajardo (violinista), porque estaba a diario con nosotros. Era alguien muy especial en el colectivo, lo disfrutábamos en las giras, en las grabaciones…  era uno de los motores anímicos. Su partida repentina nos dejó sin consuelo. Pero te digo algo: cada una de estas pérdidas nos motiva a seguir trabajando para mantener el legado que ellos construyeron. Son una inspiración”.

Contestó fluidamente, sin masticar palabras, como si no fuese la primera vez que hablara al respecto. Mi segundo ataque vino sin mirar el pequeño cuestionario que había preparado; comenzaba a sentirme a gusto. De nuevo le hablé de ausentes, pues un fenómeno que ha marcado el acontecer de la orquesta últimamente ha sido la salida de alguno de sus principales cantantes, como Mario Rivera, y hace unos días, Yenisel Valdés.

Foto: Leandro Pérez Pérez/AdelanteFoto: Leandro Pérez Pérez/Adelante“Los Van Van es el grupo más estable de Cuba, los músicos duran por lo mínimo diez años. Con el pasar del tiempo se han ido grandes figuras que decidieron seguir su camino como Pedro Calvo; y, quién ha pegado más temas en este país que Pedro Calvo. Luego Mario Rivera, quizás el más talentoso de nuestros vocalistas, y ahora Yeny. Eso es algo normal en el mundo del arte y el espectáculo. No ponemos freno a las ambiciones personales, al contrario, los apoyamos. El reto es buscar alguien ideal para sustituirlos, un intérprete que esté a la altura de nuestro proyecto. Todos reconocen que la orquesta ha sido una gran escuela para ellos y me han manifestado que quieren volver a Van Van. No es especulación.

“El caso de Yeny es diferente. Ella no nos deja porque decidió iniciar carrera en solitario. Se enamoró perdidamente de una persona que vive en California, Estados Unidos, y no le será posible mantener la dinámica de ensayo, presentaciones y grabaciones que tiene la agrupación. Yenisel Valdés es una persona extraordinaria, muy querida por todos nosotros; era muy especial para mi padre también, por eso le dijimos que siempre tendrá las puertas de Van Van abiertas”.

Aprovecho. Sé que una vez Juan Formell habló de otras voces femeninas de su agrado: Tania Pantoja, Laritza Bacallao. Si tendrá Samuel a alguien en mente es una duda vanvanera estos días, y tengo enfrente la oportunidad de quitármela. Lo inquiero. Él sonríe, nota que estudié o “les sé algo”.

“Cada decisión que tomamos para el futuro de Van Van la pensamos detenidamente en colectivo, y esta no será diferente. En aquel entonces Tania Pantoja y Laritza Bacallao no tenían una carrera individual tan sólida. Ahora estaríamos cortando el ascenso de grandes figuras. Ojalá Tania pudiera estar con nosotros porque conoce muy bien nuestro trabajo y nos ha acompañado en varias ocasiones, mas no creo que sea posible. Tampoco vamos a apurarnos en la búsqueda, haremos las pruebas con calma para no fallar en la elección”.

Con el tema de Yeny se le nota muy sensible. Ha hablado separando sus frases por un casi imperceptible suspiro de resignación. Es momento de un giro:

—Leí varias veces a su padre decir que si querían saber del impacto del bloqueo en la música cubana que le preguntaran a Van Van. Sin embargo, bajo tu dirección comenzó la etapa de mayor proyección internacional de la orquesta con momentos como el éxito en los premios Grammy Latino con el CD Llegó Van Van en el año 2000 y recientemente con la nominación de La Fantasía en los Grammy norteamericanos de 2017.

—No es obra de la casualidad, no se podía tapar el sol con un dedo. La música cubana apenas comienza a extenderse por el mundo. Para nosotros volver a estar nominados a los Grammy 18 años después es algo muy grande. La Fantasía es un disco maravilloso. Aunque formalmente dice que la producción es de Samuel Formell, fue un trabajo en equipo. Yo he continuado la línea que trazó mi padre de darle participación a cada músico, porque son profesionales con sobrada experiencia y capacidad, y siempre aportan detalles importantes. El trabajo en colectivo marca la diferencia. Este disco debía haberse hecho antes de que mi padre falleciera, y aunque no se había grabado nada, él pudo darle el visto bueno a algunos detalles. Después de su partida me tomé la libertad de variar y agregar muchas cosas. Cambié el enfoque para dedicárselo a él.

La Fantasía está muy bien logrado musicalmente, con toda la letra de los arreglos, los aires, todo. Creo que se merece la nominación. Hemos estado cinco veces a las puertas del Grammy Latino, pero este tipo de premio nunca lo hemos ganado. Considero que estar seleccionados entre tanto talento internacional ya es un reconocimiento para la orquesta”.Foto: Leandro Pérez Pérez/AdelanteFoto: Leandro Pérez Pérez/Adelante

Tras unos 20 minutos de diálogo, me doy cuenta de que el nombre de su padre sale en cada oración. ¿Cómo se sentirá Samuelito con tantas comparaciones y exigencias?, ¿estará a gusto con ese reto que asumió por pura sucesión generacional?, me/le pregunto.

“Él se comunicaba bastante con los músicos. Uno hereda muchas cosas de sus padres, en mi caso él fue siempre un ejemplo y me mantuve muy cerca para absorber todo lo que pudiera. Hay pocos creadores como Juan Formell. Él siempre me decía que la vida lo premió colocándolo en una de las mejores épocas de la música. Creó mucho entre las décadas del ‘60 y el ‘80, cuando había música buena, influencias extraordinarias. Su genio musical e interpretativo no solo se aprovechó en la orquesta, él tuvo la posibilidad de componerles a grandes voces de este país como Elena Burke y Omara Portuondo. No creo que llegue a su altura, pero intento desarrollar todo lo que me enseñó. Para componer y pegar hay que tener el oído puesto en la calle, la mirada en el bailador y el corazón en cada palabra o nota que escribes”.

Ya no percibía en él agotamiento. Con su elocuencia, comodidad y atención estaba a mis anchas, como si dialogara con un amigo, traguito de ron y dominó de por medio. “Me gusta pensar en Van Van como un ícono nacional, un símbolo a la altura del béisbol o el ron Havana Club. ¿Vives y trabajas consciente de esa carga?”, lo interrogo. Escucha y dibuja en su cara la picardía del boxeador que se ha dejado golpear un rato para contraatacar magistralmente.

“Van Van es un reflejo de nuestro pueblo, por eso la gente lo ha colocado en un lugar tan alto y lleno de significados. He pensado mucho en eso últimamente y he decidido que nuestro próximo disco tendrá una gran carga patriótica. Quisiera nombrarlo Van Van es la Patria y rendirles tributo a todos nuestros símbolos y todo lo que nos identifica como genuinos (el ron, el tabaco, el béisbol, el calor humano). Ese será nuestro empeño, es casi una exclusiva”.

Recibo un nocao. “Este tipo le ha dado una primicia a un simple periodista de provincia —me digo. ¿Será un premio por tanta espera o me regala un digno cierre para la entrevista?” Estoy listo para agradecerle cuando recuerdo que no he hecho la pregunta que encargó la jefa: “Maestro, no quiero abusar de su paciencia, por último, ¿qué opinión le merece la creación de eventos como el de hoy?

“Para nosotros este tipo de eventos es muy importante porque les da la posibilidad a los jóvenes de acercarse a la buena música. Actualmente se hace mucha fácil. Hay que continuar insistiendo para que el son, el guaguancó, el cha cha chá...  sigan escuchándose. Nuestras tradiciones rítmicas tienen que resistir a las nuevas influencias. Los muchachos que se gradúan en las escuelas de arte deben ser educados bajo preceptos de rigor y profesionalidad. Es un encuentro muy bonito que merece todo el respeto del mundo. Felicito a Manolito (Simonet) y a las autoridades de Camagüey por la magnífica idea”.

Foto: Lisyen Halles RaveloFoto: Lisyen Halles RaveloCuatro y diez. Se queda mirándome como el niño que pregunta si terminó el castigo. Yo apago la grabadora, me bajo del personaje de reportero y prostituyo el oficio: “Maestro, le estaría muy agradecido si me autografiara este disco”. “Claro, viejo”, la misma respuesta del inicio. Mientras firmaba me aventuro más: “Permítame un atrevimiento, ¿por qué no incluye Cuba Dicha Grande, en el próximo disco?”. Devuelve la misma sonrisa de antes, ahora más pronunciada. “No hay quien me 'joda' —parece meditar— este periodista es vanvanero”. Por una vez no recibo una respuesta definitiva: “Vamos a pensarlo”, dice, y a mí me basta.