CAMAGÜEY.- Aunque se le suele llamar rincón campesino, lejos está de aparecer, o parecer, que se le arrincona, porque sea considerado género menor, subestimable, alejado de los sentimientos autóctonos de una fiesta como el San Juan Camagüeyano.

Una de las más céntricas zonas de la ciudad, la Plaza (o Plazuela) de Santa Ana, reserva sitio privilegiado a quienes aman las controversias, el repentismo, el baile y las tonadas, todas ensambladas dentro del inmenso ajíaco de la cultura nacional.

No es solo arte para personas del campo. Incluso, las edades que convergen en ese pedazo de urbe, son tan diversas como en cualquier otro espectáculo de pop, o tendencias más recientes, al estilo del reguetón o fusiones.

La picaresca anima cualquier diálogo poético, donde las rimas y el doble sentido, sin concesiones al facilismo, traen la sonrisa cómplice de todos, pues el sentido del humor les son casi siempre afines y generan una complacencia nada oculta, disfrutable.

¿Quién dice que los más chicos no se divierten?¿Quién dice que los más chicos no se divierten?

En esa cuerda se mueven dos exponentes de esta provincia, Nelson Lima y el jocoso Héctor Peláez, quienes confabulan talento y arte cuando entremezclan ideas para que el auditorio ría o reflexione.

Y para hacerlo con similitud a la usanza de nuestros campos, no falta el cerdo asado en púa, acompañado por “amigos” inseparables como el congrí (arroz con frijoles negros o colorados) y vianda hervida con un siempre atrayente aderezo de grasa porcina y ajos bien sazonados con otros aderezos.

Como invitados permanentes, el ron o la cerveza, esas que hacen que la risa, el chiste o las bromas broten cual cascadas, en tanto se termina la ceremonia del asado, proceso que puede durar varias horas, y cuya calidad depende de las habilidades del encargado de prepararlo.

Ese choque, ese impacto con las raíces tradicionales, hacen que el rincón, no tan pequeño como pudiera suponerse, sea de obligada estancia en cada jornada anual del San Juan, una reverencia a una cultura que engrandece las fibras más íntimas del arte en Cuba.

La juventud, una presencia fundamental para mantener vivo el arte de nuestros camposLa juventud, una presencia fundamental para mantener vivo el arte de nuestros campos