CAMAGÜEY.-  Ocupaciones y preocupaciones acerca de la edición del libro en Cuba convergen en espacios de diálogo y en la práctica profesional, como trascendió recientemente en esta ciudad, durante el Evento Nacional Emilio Ballagas.

“El mejor editor de Cuba es alguien al que no se le ha dado el premio nacional. Se llama Roberto Fernández Retamar. Es el más completo que he conocido. Mira que yo revisaba y siempre me cogía algo. Cuando Roberto te dice, ponle atención porque tiene razón”, comentó Juan Nicolás Padrón, quien ha trabajado en Casa de las Américas.

En la librería Ateneo Viet Nam, de Camagüey, ocurrió el encuentro acerca de la edición con Padrón, quien compartió otras experiencias en las sellos nacionales Letras Cubanas y Arte y Literatura; y con Ricardo Riverón, primer director de la Editorial Capiro, de Villa Clara.

“El editor tendrá mayor incidencia en la política editorial en la medida que sea consciente como gestor activo de cultura”, dijo Padrón antes de referirse a la relación con el autor.

También se insistió en la urgencia de una licenciatura de esa especialidad, que se estudia como carrera en México, Argentina y Estados Unidos; y de lo que se está ocupando la Universidad Central “Martha Abreu” de Las Villas, en Santa Clara.

“No piensen que saldrán ilesos como editores, pero tampoco puede enfrentarse al texto con complejo de inferioridad”, aconsejó Riverón, autor de Irrelevancia crónica y de No me quieras matar, corazón (antología poética)

“El editor tiene que hacer los libros para que se lean; debe saber cuándo no funciona”, insistió Padrón al señalar las dinámicas de concentración del lector actual, y la atención al espíritu de la época que influye en el éxito o no de la lectura.

Además valoraron el diseño del libro, considerado hoy entre los peores; la comercialización como tema deficitario en Cuba; la invisibilidad para la crítica de las publicaciones de las ediciones territoriales; las aspiraciones a un mercado digital sin una cultura pertinente, y recomendaron la verificación de las referencias de Internet.

“Yo voto siempre por el libro. Soy de la vieja escuela. No puedo leer en pantalla mucho tiempo”, contó Ricardo Riverón, agudo al considerar imponderable el disponer de tecnología profesional para la composición del objeto libro.

“Los jóvenes piensan hoy el texto diferente”, admitió Juan Nicolás Padrón, sin ocultar su optimismo porque “la lectura siempre va a tener un momento de abstracción, y el joven inteligente lo reconoce”.