CAMAGÜEY.- Cuando se habla de moda generalmente se piensa en la juventud: “a ellos todo les queda bien”, dicen algunos añorando sus tiempos mozos. Pero los años pasan y el vestuario, sin dudas, contribuye a que se noten más o menos, al igual que las libras que las mujeres pasaditas de peso siempre queremos esconder.

Sobre esas premisas erigió su trabajo la artesana Isabel Cristina Curbelo Ferrán,  camagüeyana de nacimiento, pero santaclareña por más de 40 años gracias al amor, que de visita en su tierra natal como invitada a la feria de artesanía Arte+ 500, una de las actividades de la Semana de la Cultura Camagüeyana, conversó con este sitio.

—¿Cómo comienzas en la manifestación textil?

—Soy médico veterinaria, pero desde que estudiaba tuve inquietudes por la artesanía. Súmale a eso que había mucha escasez y entonces yo me hacía mis propios accesorios, carteras, zapatos; todo eso improvisando, porque apenas sabía coser. Ya después de jubilada recibí clases de muñequería y me uní a otras mujeres que, como yo, estábamos interesadas en rescatar técnicas que se habían perdido. Cuando las dominábamos bien, para promoverlas, creamos un proyecto comunitario que se llama Rescatando Tradiciones, en el que hemos impartido cursos a unas 2 000 alumnas. Y yo me he dedicado al trabajo textil.

—¿En qué te especializas?

—Mi fuerte son los entintados y las carteras de yute con parche, aunque también me gusta mucho la bisutería textil. La combinación del bolso con el collar, un pañuelo u otros accesorios te da la elegancia, te realza el vestuario, y a mí eso me encanta.

—¿Por qué pensar tu obra para un público específico?

—Siempre estoy llena de inquietudes. También hago camisas de hilo y algo para las jovencitas, pero trabajo fundamentalmente para mujeres de más de 30 años y entraditas en libras, o sea, las tallas grandes, porque a veces nos cuesta trabajo encontrar algo que nos encaje y sea fresco, juvenil, moderno. Le pongo mucha manualidad a cada una de las piezas: bordados, puntas, deshilados, parches; la mayoría en tejidos de algodón.

—¿Puedes sola con todo ese trabajo?

—Para nada, mi familia está involucrada conmigo en cada proyecto. Mi hijo y su esposa son artistas de la plástica: Dayán Díaz Curbelo y Rachel Carbajal, y ella también se inclina por la parte textil, imprimiéndole y combinando su otra especialidad. Y mi esposo es mi complemento, sin él no pudiera hacer nada de esto, porque tengo una enfermedad que me limita a hacer muchas cosas que recaen entonces sobre él, que entiende todo lo que le pido y lo termina tal y como yo lo pensé. Así todos no involucramos cada vez que hay un evento, una exposición; este es también el trabajo de un colectivo.