CAMAGÜEY.- Hizo el equipaje con las frutas y los peces, las líneas inquietas, los colores intensos y vino con su rostro cándido para exponer su corazón a Camagüey, en una muestra encantadora desde el título: El don del Choco.

Eduardo Roca Salazar, o sencillamente Choco, acaba de tocar el alma de sus amigos y de ganar a los desconocidos, con la exposición inaugurada hace unos minutos en la galería Fidelio Ponce de León.

Con su hablar bajito y su humildad de grandes, el Premio Nacional de Artes Plásticas 2017 recordó a uno de los mejores amigos, el nuevitero Rafael Paneca Cano, fundador del taller de gráfica de La Habana.

No escondió su alegría por el reencuentro con Martha Jiménez, ni ella, aunque emocionada, pudo contener el cariño desde que casi niños Fidel Castro los llevó de Oriente a estudiar arte a la capital.

Aquí se le ha visto en diálogo con casi todos los asistentes, porque conversa con la mirada, busca la opinión de sus espectadores y accede a cuantas fotos le piden como recuerdo imborrable de este momento dichoso.

Choco disfrutó del coro Desandann en la apertura de su muestra en Camagüey. Foto: Frank Flores/ OHCC.Choco disfrutó del coro Desandann en la apertura de su muestra en Camagüey. Foto: Frank Flores/ OHCC.

Para comprender mejor su honestidad artística, basta el detalle que diera la curadora: ahora mismo tiene una exposición inmensa en el Museo Nacional de Bellas Artes, y a Camagüey también trajo lo mejor de sí mismo.

Las obras con desgarramientos y con luces sobre los perfiles que mira y sueña en tinta, madera y bronce se integran al entorno de El Carmen, la sede primorosa de la Oficina del Historiador de la Ciudad de Camagüey.

El don del Choco, como parte del XIII Simposio Desafíos en el Manejo y Gestión de Ciudades, se dedica a la memoria de Roberto López Bastida, Macholo, quien dirigiera la Oficina del Conservador de Trinidad.

Los interesados podrán apreciarla incluso después de la Semana de la Cultura Camagüeyana, porque los 505 años de la fundación de la otrora Villa sirvieron de pretexto idóneo para corresponderle por representarnos en su propia metáfora de la cubanidad.