CAMAGÜEY.- Que no lo confunda la pálida evocación: Arroyo Blanco no ha sido nunca pueblo manso. Al sur de la ciudad camagüeyana se levanta el villorrio, entre la discreta elegancia de sus edificaciones y la ruralidad de un monte cómplice. Es este el escenario donde Pedro Armando Junco, autor de La furia de los vientos, ubica su novela Crónicas de un pueblo pequeño, publicada por la editorial Ácana.

Defensor del testimonio como eje, el autor nos ofrece relatos que abordan la cotidianidad de personajes tan singulares como Manolo Lengua de Trapo, quien, echando abajo cualquier comedimiento, devela, entre la filosofía popular y un gracejo cubanísimo, situaciones insólitas y atemporales como la de Genaro, el novio de las flores; el entierro del hermano de Luz; o el raro padecimiento de la muchacha más bella del lugar. Allí, un juego de béisbol o un velorio pueden convertirse en acontecimientos nada despreciables para una juventud efervescente.

Más allá de lo hilarante o de la crítica mordaz, Manolo define su identidad como auténticamente nacional: “La gente no sabe que el mejor lugar para vivir es aquel terruño donde se nace”. Historia y emoción subyacen detrás de este manojo de cuentos, que nada pretenden sino ganar a aquel lector ávido de tradición, del relato seductor sin efectos especiales, eficaz por el ingenio y el profundo conocimiento de los habitantes de este país; pues Arroyo Blanco, con el polvo que despide su cascajo luminoso, no es más que una metáfora de esa villa sin igual que es Cuba.

Sirvan estas singulares crónicas para demostrar que hasta en el pueblo más pequeño puede adentrarse lo inconmensurable. El volumen se presenta hoy a las 10:00 a.m. en el espacio Sábado del Libro, de la librería Antonio Suárez.