Invitado al Primer Encuentro sobre Cultura Audiovisual y Tecnologías Digitales, sin pose de académico, dictó una conferencia magistral con reflexiones acerca del lector contemporáneo, oportunas especialmente en días de la Feria del Libro en Cuba.

“Un buen lector no es el que lee todas las palabras, sino el que lee las palabras que le interesan. Un buen lector es un hombre que predice lo que va a encontrar”, afirmó en la Sala Alhambra, del Multicine Casablanca, de Camagüey.

“La cultura exige algo más que alfabetización. La cultura exige una comprensión, una conciencia”, acotó para explicar luego que el alfabetismo no se reduce a la habilidad de enfrentar la palabra escrita, y que “no siempre el no leer conduce a la estupidez”.

“No podemos renunciar a nuestro tiempo. No podemos seguir aferrados a que sin la lectura no hay cultura”, dijo al referirse a las transformaciones progresivas en el cerebro y a las modificaciones en el pensamiento y en el sistema de enseñanza-aprendizaje, debido a la incidencia de las tecnologías contemporáneas de la información y la comunicación.

Luego sentenció que la escritura es el lenguaje del conocimiento, y señaló el desinterés creciente por lo escrito, en una rápida mirada a comportamientos de las personas que no tienen las tecnologías, las que las tienen y las que las usan exclusivamente para jugar.

“Nuestra vida se maneja con muchos códigos a la vez. Somos políglotas. O aumentamos nuestro archivo de códigos o estamos condenados a perecer”, advirtió ante la reticencia de quienes se acercan con prejuicios a la problemática de las tecnologías.

“Las tecnologías ni son nuevas ni están separadas de nuestras vidas”, sostuvo al argumentar que la herramienta siempre ha modelado al hombre y que la tecnología depende de las pautas que dicta la ciencia, a la que no puede negársele la condición de ser eminentemente crítica, como el arte.

Luis Álvarez insistió en que la nueva relación cerebro-información cambia la tradicional condición del ser humano que percibe el mundo por sí solo, lo cual implica una vuelta a la comunidad primitiva, por la construcción colectiva del conocimiento.

“Ahora se trata de aprender más rápido, hay más que aprender”, indicó al aludir al cibersujeto de la universidad contemporánea y futura, porque los modos de construir el conocimiento están cada vez más vinculados a lo informático.

A propósito de la enseñanza superior, recordó que la universidad es un invento medieval, que centra el sentido de la cultura en la escolaridad, un esquema de nuestra percepción y formación, pero “hoy ya no está orientada así”.

No obstante subrayó que el analfabetismo lingüístico es un problema mordiente en varios países, fundamentalmente en América Latina, y que el analfabetismo funcional subsiste en naciones con desarrollo.

“El problema no está en Internet, sino en la formación de lectores conscientes, dignos”, y agregó que hay que asumir la existencia de lados buenos y malos en el ciberespacio, por eso aconsejó no prohibir, sino formar; en definitiva, “la lectura tampoco es pura”.

“La tecnología solo puede avanzar por un profundo humanismo, y eso es cultura y ciencia”, concluyó.

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