CAMAGÜEY.- Claudia espera mientras hace sus tareas, pero no prefiere estar en casa, sino allí, sentada en los jardines del Centro mientras su hermanita Beatriz termina la clase y llega su turno, ella quiere respirar ballet, sentir la música y el sonido de los pies contra el tabloncillo; ella quiere ser bailarina y aunque se despeine en el trayecto sabe que su mami se esforzará para arreglarla de nuevo.

Como Claudia hay 159 niños más que tienen un sueño, gracias a que el 20 de marzo de 1990 abrió sus puertas la Escuela Nocturna de Ballet, hoy Centro de Promoción Fernando Alonso. Este proyecto tiene como objetivo brindarle a los niños y jóvenes que lo deseen la oportunidad de “aprender los primeros pasos en el arte del ballet y la danza”.

Crear una vocación, elevar su espiritualidad a través del gusto estético, llevar una vida más sana con un mejor desarrollo corporal y psíquico; además de constituir cantera para la escuela de arte Vicentina de la Torre Recio en las diferentes manifestaciones de la danza, son sus premisas fundamentales.

María Herminia Martínez de la Torre, fundadora y actual directora del centro, expresó “el taller fue creado por el maestro Fernando Alonso con la idea de que todo niño, hembra o varón, que quisiera y tuviera ilusión por la danza, aunque no tuviera las condiciones necesarias para entrar a una escuela de arte, lograra su objetivo. Así se formaría como un individuo más integral, con una cultura, para muchos, más completa.

“Se hizo también con la idea de crear un público estable para los teatros, porque este proyecto mueve las familias completas y al moverlas se iba formando una audiencia más culta para nuestras salas, pues Camagüey es una provincia que de por si tiene una fuerza cultural grande y muy arraigada de toda la vida”.

Minita, como muchos la conocen, añadió “estoy en el proyecto hace 27 años y me mantengo al frente de él, pero el éxito radica en el colectivo que he logrado tener, son en su mayoría profesores especializados de las escuelas de arte y en estos momentos también contamos con bailarines del Ballet de Camagüey. Se ha querido hacer esta relación, al radicar la sede del proyecto aquí”.

De manera totalmente gratuita entran los niños al Centro, sin pruebas de aptitud ni ninguna otra condición. Los padres son los encargados de confeccionar los equipos de clases, que varían atendiendo a la edad de los pequeños: de 4 a 5 años los trajes son de color blanco, de 5 a 6 rosados, los de 7 son azules y los que entran en el grupo de 8 a 9 se les identificara por el rojo. En el caso de la danza española y moderna las edades varían entre 7 y 15 años.

La disciplina y organización identifica al proyecto que busca la uniformidad entre sus pupilos, aimismo la asistencia es fundamental, pues el trabajo que se realiza es con el cuerpo y un día que se pierda en la danza, no se recupera. En algunos casos estos pequeños bailarines acuden al Centro por sugerencias médicas, con el objetivo de corregir dificultades de la postura o problemas con los piececitos.

Susel Álvarez, joven bailarina de la compañía Ballet de Camagüey y profesora del proyecto, comentó “yo nunca había trabajado con niños y pensé que iba a ser muy difícil porque no tenemos el mismo lenguaje, sin embargo, ellos te enseñan a ti.

“Por ejemplo, los pasos de ballet son del idioma francés; ellos los conocen así, pero les buscan similitudes con cosas de la vida cotidiana. Para ellos poner las manos a la altura del pecho es agarrar la pelotica y si hay que hacer una posición estirada, dicen que es tocar las nubes. Se establece una comunicación muy linda y además les coges mucho cariño”.

Estudiante del Centro protagonizando la obra Pedro y el Lobo/Foto: Orlando Durán Hernández/ AdelanteEstudiante del Centro protagonizando la obra Pedro y el Lobo/Foto: Orlando Durán Hernández/ AdelantePor su parte Yuniet Herrera, profesor y bailarín, expuso: “estos niños son todo para mí, muchas veces olvidamos la infancia, pero ellos llegan y te la recuerdan, te sacan el niño que llevas adentro, y te hacen ver que la vida sí puede ser un juego.

“Siempre recuerdo la primera función de los niños en que estuve, desde ese día soy hipertenso, fue mucha la emoción; enseñar ballet es duro y cuando ves el fruto de tu trabajo te llena de satisfacción.

“El proyecto es algo muy bueno para la sociedad cubana, solo desearía que hubieran más varones. Hay pocos. Y aunque no lleguen a ser bailarines se les da una preparación que les servirá para toda la vida”.

Para todos y cada uno de los profesores, ya sean de las especialidades de ballet, danza moderna o española, es muy gratificante ver a los niños, a esas edades, pararse en un escenario, representar el arte de la danza y llenar de satisfacción a sus padres que hacen grandes esfuerzos para llevarlos a clases.

Madres de algunas de las niñas ofrecieron también sus consideraciones acerca el Centro de Promoción. Yaimée Díaz rompió el hielo y dijo: “a mi niña le gusta mucho el ballet y fue por su propia motivación que la traje, y si en un futuro ella decide que no será bailarina, no importa, al menos le quedará la disciplina, organización, y hasta los hábitos alimentarios que les enseñan aquí”.

Yariatma Muñiz, mamá de una aprendiz de 4 años, comentó “ella quiere ser bailarina como su tía, y yo estoy muy feliz, el Centro es una maravilla, y gratis, en otro país esto costaría una fortuna”.

Este proyecto, sin dudas, ha alegrado la vida de muchos hogares en la ciudad, pues el logro de los hijos es la satisfacción más sublime que cada padre pueda experimentar.

La directora del Centro de Promoción Fernando Alonso, María Herminia Martínez, quiso dedicarle todo el trabajo que han hecho al aniversario 50 de la compañía Ballet de Camagüey, y al 40 del sindicato de la Cultura.

El reloj ya marca las 6:30 de la tarde. Claudia está en la fila para entrar al salón y una sonrisa se dibuja en su rostro, vestida de azul y con el peinado a medias se pierde entre espejos, barras y zapatillas. La música suena, la clase comenzó.