Hace varios años él desanda los parajes de la ruralidad, en una cruzada teatral que llega a Baracoa. Más que a la construcción de personajes, esa experiencia ha favorecido la forja de su humanidad. Se infiere en su proyección artística y en su fraternidad durante la 6ta Bienal de Narración Oral Cuenta Cuentos, del 21 al 25 de abril en esta ciudad.

“La bienal se ha convertido en un espacio muy interesante sobre todo para el rencuentro y para traer propuestas de muy amplia visión sobre el cuento. Lo más importante es el cuento, obras y puestas en escena que parten de historias, de relatos, de memorias desde la narración oral escénica; de la palabra viva a otras artes, porque intervienen la música, la danza, los objetos animados. Esa mezcla que puede llegar a ser hasta un poco más teatral”.

Este experto titiritero y dramaturgo tiene a “Cuenta Cuentos” entre sus eventos preferidos y respetados, por la sabia conducción del Proyecto Sociocultural eJo, que dirige Omar González.

“La bienal es muy saludable. Vengo desde el inicio y siempre me la pongo en mi programa. Además me encanta venir a Camagüey. Es una ciudad tan sana, tan hermosa, y que también nos ofrece espacios de presentaciones muy lindos, muy bueno para lo que en La Barca en sí estamos haciendo hace muchos años. Le seguiré agradeciendo a eJo por esta posibilidad de traer lo que hacemos”.

Ury Rodríguez es miembro de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba. La reflexión acerca de los procesos creativos resulta fundamental para él.

“Lo más importante como arte en sí es que la narración oral escénica se desarrolle en la búsqueda nuevos códigos. La bienal de Camagüey lo está posibilitando. Hubo momentos cumbres en esta edición, sobre todo porque pretendía también hacer desde lo formativo. Se dio y fue muy útil. A pesar de las limitaciones para hacer eventos, debería pensarse la posibilidad del intercambio desde lo académico”.

Este año, la Bienal Cuenta Cuentos significó la reapertura de la sede del Proyecto eJo, en un nuevo local, ubicado en la calle Ignacio Agramonte, número 277.

“El cambio de sede siempre renueva los aires. Está bonita y da nuevas posibilidades. La veo como una manera de tener una nueva etapa, una segunda temporada que va a abrir mejores puertas para la creación en sentido general”.

Como actor tiene un sentido peculiar de la narración oral escénica, como evidenció con el espectáculo Macario, presentado en la clausura de la Bienal, devenido homenaje a su coterránea Virginia López Arnaud, actriz a quien se le celebraron aquí 40 años de vida artística.

“Se habla de narración oral desde tiempo reciente. Los actores siempre hemos hecho este trabajo. Lo que en algún momento se le llamó monólogo, unipersonal. Con el término de narración oral comenzaron los eventos, los festivales, los encuentros y se fue un poco sumando esta vertiente que hacíamos los actores de hace muchos años y se fue sumando a los otros que se formaron en las bibliotecas, desde las aulas, gente que venía de todas partes se fue sumando al movimiento y aprendiendo el arte de la palabra y de pararse en un escenario.

“La narración oral desde lo más autóctono, desde los portadores, los campesinos, los cuenteros populares, se ha ido trasladando a espacios artísticos, y esta es una visión artística. Hay una que va desde las raíces desde la formación de escuelas en Cuba: Garzón Céspedes, Mayra Navarro… y otras que se han ido sumando, más contemporáneas, desde las visiones que estamos haciendo algunos actores. Eso viene a dar una variedad muy rica, muy linda y que son otros espacios, otros escenarios para compartir lo que uno hace y eso es lo más hermoso”.

Ury Rodríguez considera vital el saber escuchar, tanto para el desempeño profesional como para la realización personal.

“Tuve un maestro no hace mucho, un griot africano llamado Hassane Kouyaté, y decía que es importante ser boca, pero también muy importante es ser oído, porque la escucha es también un don, de ahí se prende la sabiduría de los demás, para luego uno convertirse en boca y compartir esos saberes. Desde mi experiencia particular he tenido la dicha de que me escuchen. Eso me da mucha satisfacción también porque me gusta escuchar y uno va aprendiendo de cómo la gente dice, de cómo habla. Llevo muchos años haciendo la Cruzada Teatral Guantánamo-Baracoa y eso me permite contactar con mucha gente del campo y que ellos me enseñen y yo oírlos y también irme compenetrando con ellos. Ahí uno empieza a fusionar raíces, necesidades, y con lo que uno ha aprendido en la escena, en el teatro, como que va acomodando su manera de decir, de hacer, de pensar qué quiere decirle a la gente”.

Para este cuentero, que insiste en regresar siempre a Camagüey, todos los públicos resultan entrañables.

“Gozo cuando tengo a niños, adultos, adulto mayor. La gente necesita escuchar y escucha cuando lo necesita, cuando quiere escuchar y lo que uno dice le suele ser interesante. He tenido el placer de contar en plazas enormes, en muchos lugares, no solamente en Cuba, contar para 500 personas o más. También he estado en sitios pequeños, en hospitales, escuelas primarias, centros asistenciales, penitenciarios. En todos se establece esa magia del emisor con el receptor.

“Eso se lo comenté a un teórico cubano, Jesús Lozada, y en un libro que se publicó, El vuelo de la flecha, yo le decía que el público complementa mi historia. Sin el público no podría llevar al final una historia cuando estoy contando. Ya el teatro tiene otras reglas. Yo lo disfruto cuando hago un espectáculo titiritero o uno para adultos, cerrado. Esta es la cosa divina que da a uno el arte de la escena de poder compartir muchas vertientes y muchos puntos de vista también. Yo me lo gozo”.

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