Esa arteria, desde el sábado, no es solo la dirección de sus moradores, es también domicilio legal para la rumba. Se hicieron todas las diligencias jurídicas correspondientes y hasta de celebración fue el logro de la “cédula de identidad”.

Camagüey ya tiene una calle dedicada a la rumba. “Este género es patrimonio cultural del país, por lo que nos propusimos crear una actividad caracterizada en nuestra provincia que lo defendiera. Seleccionamos Cielo porque es la zona de grandes rumberos como Quintín y Fila, de prominentes comparsas como Las Estrellas; aquí la rumba nace y crece de manera espontánea”, comentó a Adelante digital Llulys Roque Martínez, subdirectora de programación de la Casa de Cultura Ignacio Agramonte.

“Todos los que vivimos en la cuadra nos sumamos para apoyar la concreción de este proyecto. Es una experiencia muy linda la que vivimos; lo necesitábamos, porque esta es la zona donde están las raíces de la rumba en Camagüey”, expresó María Elena González Álvarez, vecina de la calle Cielo.

Asistidos por la presencia rítmica de Oshún y Yemayá todos los rumberos de espíritu allí reunidos, no se dejaron intimidar por la amenaza de la lluvia. Y al compás de Rumbatá encontraron el permiso de las madres para visitar el Polo Norte, como reza una de las letras más coreadas esa tarde.

Además estuvieron en el espectáculo las agrupaciones danzarias Bonito Patuá y Sangre Gitana, una representación del conjunto artístico Maraguán, así como el acompañamiento de la declamadora Lourdes Soler; y al final, bajo las gotas caídas del cielo, el que protege desde arriba, retumbaron los tambores de la jovencísima conga femenina Las Principeñas.

El primer sábado de cada mes será el día para homenajear y cultivar la rumba; y entonces se volverá a cerrar la calle, se improvisará un escenario y se tomará Cielo con algarabía, acordes, pies danzantes, y por qué no, algún recurrente trago de cerveza Tínima.

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