Por suerte y no por azar  tuve la dicha de estar en unas de las funciones de la Compañía Danzaria Camagua. No fue la gran sorpresa que recibí  cuando los bailarines comenzaron sus movimientos tan bien incorporados y sincronizados tanto física como psicológicamente, que tal pareciera que el tiempo no hubiera pasado y estuviera en la Cuba aborigen, colonial, neocolonial o la actual: un decursar que me llevó a la contextualización  de todos mis ancestros en ese devenir de la manifestación cotidiana a la que los estudiosos llama definición de cubanía o el desarrollo de nuestra identidad.

Estando allí como especialista me fue imposible apartarme de los conceptos técnicos y poder apreciar un hilo conductor muy bien llevado por ese transcursar de nuestras revelaciones culturales. La complejización de especialidades del arte como la danza, la actuación y sus modalidades como el teatro de títere y marioneta, voz y dicción, fueron muy bien imbricados.

La investigación artística se trasladó hasta nuestros inicios con una danza que suponemos fue movida por nuestros areitos , inicios de nuestras fiestas con el juego escénico de jícaras hechas con cocos que después retomaran los africanos traídos a esta isla, o el trabajo de los monigotes, declaración de aquellos negros esclavos para decir a su absoluta manera: que no se dejarían dominar por los fundamentos coloniales, o el dibujo corográfico de las danzas campesinas; esa alegría transmitida, que aun se mantiene en nuestras  interacciones cotidianas, lograron contaminarme y hasta tarareé algún que otro estribillo desde mi silla como espectador. Se conmueven entonces para quien estaban allí los sentimientos más intrínsicos de nacionalidad.

El trabajo de convertir en juguete cómico una unidad de este espectáculo, resultó de exquisita propuesta: ese barriotero que no quiere estudiar y que la abuela o vecina está permanentemente recordándole que hay que superase, más el joven es convencido por un compañero  - después habrá tiempo para la fiesta-,  oferta escénica que cataliza nuestro devenir cotidiano y que resulta muy divertido por la comicidad que trabaja la adulta añosa al conllevar el hilo conductor de esta parte del espectáculo.

Épocas de nuestra historia cultural muy bien entrelazadas  que cumple como espectáculo la más pedagógica de sus funciones como expresión escénica; la labor de embellecer la vida y mostrar una enseñanza para las nuevas generaciones.

La conservación de nuestras tradiciones, la determinación de nuestra cultura es prioridad  de nuestro estado cubano y esta compañía danzaria con sus movimientos y su decir cumple muy acertadamente esta función que es la de convertir la más autentica de nuestras costumbres en arte como legado para las próximas generaciones de cubanos: olvidarnos de lo que hacemos es dejar de estar, el tiempo pasado hay que enaltecerlo siempre y cuando cumpla la función de construirnos, un valor que no puedo dejar pasar por alto. Pues con mucha humildad y sencillez  hago un halago a esta propuesta que puede convertirse en un clásico por todo lo que muestra de historia.

Anteriormente utilizo la palabra -valor-  y persigo achacar, a la tasación artística que con su esfuerzo y tenacidad realiza su director Fernando Medrano y todo su equipo de realización. Gracias por este momento, gracias por tanta erudición y por permitirme ofrecer este espontáneo criterio, que se ha dejado llevar por tan alto profesionalismo mostrado por los bailarines de la Compañía Danzaria Camagua de la cual me he ilustrado  de manera cultural y escénica.

Prof. Instructor. Cs. Dr.C.
Prof. Actuación, Academia de las  Artes Vicentina  de la Torre.
Prof. Actuación, Dramaturgia y Sentimientos Escénicos de la Universidad de   las Artes.

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