CAMAGÜEY.- Kike Quiñones ha regresado a esta ciudad, con el choteo criollo desbordado y el contagioso carisma para hacer reír. En su nueva fabulación retornó convertido en un chiflado director de orquesta sinfónica empeñado en impartir una clase magistral, en la obra Sinfonía con de nada.

Vino vestido con un frac negro y con una peluca de dimensiones desmesuradas, y volvió a convertir al teatro Principal en un renovado refugio donde tantas veces ha cautivado a legiones de espectadores camagüeyanos, ocupantes de todas las butacas de la sala.

En el regreso, de cuatro funciones, Quiñones acudió en este enero al ciclo inicial de la Jornada Ciudad Teatral, la cual tendrá mensualmente diversas presentaciones y encuentros hasta junio próximo en Camagüey, localidad donde en 1848 fue inaugurado el Principal, uno de los más antiguos teatros existentes en Cuba.

El visitante se hizo acompañar por la Orquesta Sinfónica de Camagüey y miembros ─actores y cantantes─ del Centro Promotor del Humor, con sede en La Habana, y por el director musical Javier Millet, de Bayamo, para ofrecer un espectáculo combinado de artes escénicas, música y canto.

Ese hecho tiene muy pocos precedentes en la Isla, pero aún así es excepcional que los integrantes de una agrupación de música de concierto actúen también como actores, y eso es lo que logra Quiñones en Sinfonía con de nada, lo cual realizó, en el estreno, con un conjunto sinfónico radicado en la capital de Granma.

El trastocado conductor orquestal, además de dirigir a los ejecutantes, inicia su clase magistral con referencias a las escalas musicales, y allí comienza a erupcionar la lava de disparates.

No satisfecho con eso, evoca las biografías de extraordinarios compositores, Mozart, Beethoven Verdi y Bach, trastocadas con facetas inimaginables sazonadas por el humor corrosivo.

Pero ahí no queda todo, pues llega al colmo de encabezar interpretaciones en la que confluyen fusionadas, inesperadamente, las sonoridades de la música clásica con piezas cubanas de música popular bailable, como la inclusión de Tiburón Morales en A Berlín en coche, y en otro caso con la inserción de un mambo de Dámaso Pérez Prado, o la mezcla de dos famosas obras nacionales, para materializar un invento, Cecilia la O.

El intento de encontrar una obra excelsa en la dramaturgia se estrella con la concepción de Sinfonía con de nada, que no es para evocar a los grandes dramaturgos de la Grecia clásica, sino para desternillarse hasta la saciedad, sin popularización de la populachería, y con el fin de suministrar uno de los mejores medicamentos del alma: la risa.

La obra llevó a la escena, nuevamente, una cualidad ancestral y muy cara al pueblo de la Isla, el choteo criollo, cuyo análisis consagró en una conferencia, titulada Indagación del choteo, el cubano Jorge Mañach, célebre pensador y periodista fallecido hace más de 60 años.

Casi desconocido por su verdadera identificación, Luis Enrique Amador Quiñones, máster, licenciado en Lengua Inglesa, y con presencia en más de 20 premios, ese actor y director corroboró nuevamente que es uno de los mayores símbolos del humorismo en Cuba.

Fue una acertada selección escoger a Kike Quiñones y a sus compañeros de espectáculo para abrir oficialmente las funciones de la Jornada, vinculada al XVIII Festival de Teatro de Camagüey, la más importante cita de esa manifestación artística en Cuba.

La última escenificación de los referidos intérpretes estuvo precedida, unos minutos antes, también en el Principal, de un homenaje a Verónica Lynn, ganadora de premios nacionales de Teatro y Televisión, y a quien está dedicado el foro.

En el encuentro trascendió además, que el actor Aramís Delgado obtuvo el Premio Nacional de Teatro del 2023.

Serán seis meses de euforia sobre las tablas en la Jornada Ciudad Teatral, en una localidad que en su tercer y último asentamientos fue reasentada en 1528 en las proximidades de los ríos Tínima y Hatibonico, y la cual fue uno de los primeros emplazamientos hispanos estables en América.