CAMAGÜEY.- Que Yanet y Roberto “rompieran” el plató con movimientos acompasados, con poesía galáctica, con amor (así, sin adjetivos, que es cuando se torna más puro). Que Diosmany y Silvia recibieran su “Corazón titiritero” por la obra de la vida ante ese público que desconoce las interpretaciones. Que Osiel, Raymundo, Mauricio y Raidel, interpretaran, por el contrario, con la mayor elegancia, como si fueran evaluados por un jurado… Justo tres razones que superan la “descortesía” de ignorar la precisión en las conmemoraciones.

Este 20 de marzo el Teatro Guiñol de Camagüey fue sede de las celebraciones por el Día Internacional del Síndrome de Down y el del Títere (el 21 de marzo). Todas esas sinrazones cobran juicio en una fecha-razón de simplísima pretensión: sumar corazones, restar barreras, multiplicar inclusión. Y entonces dividimos, las explicaciones y rompemos el orden...

Osiel, Raymundo, Mauricio y Raidel estrenaron Juglares en la comarca –la última obra del Guiñol- convencidos de que “venimos de todas partes y hacia todas partes vamos”, como hacen los auténticos bardos, los auténticos actores.

Un rey y tres con nombre Ñaque conforman el elenco. Con una pandereta y otros instrumentos artesanales que ellos mismos manipularon “compusieron” la música hecha virtud. Vestuario y talento y ganas de similar temple también estuvieron en escena.

Juglares… habla de vanidad, de rechazo, de la falta de humildad. Juglares… más que fábula, es lección. O será reiteracción innecesaria. O es que esta vez fábula sí es lección.

***

Seguramente Diosmany Fernández Trujillo y Silvia Avilés Antela nunca creyeron que una vida de teatro, tan sincera y noble como es, mereciera reconocimiento, ni tanto “corazón” enmarcado. Mas ellos son de esos que se la pasan llevando reverencias por la vida y las merecen todas.

APRENDIENDO A CRECER

Fue una función de alianzas. La lealtad del Proyecto Cáritas Camagüey -de la Iglesia Católica- al Guiñol provocó el deseo de la unión, el gesto del estreno. El programa Aprendiendo a crecer (para personas con necesidades especiales), perteneciente al Proyecto, regresaba cada año a ese tabloncillo guiados por las bondades, asegura Mayelín Hernández Noguerol, coordinadora aquí del Cáritas.

Yanet Rodríguez González y Roberto García Álvarez viven con Síndrome de Down, viven con intensidad, y con esa cara y actitud de felicidad que no hay cromosoma triplicado que pueda borrar. Yanet y Roberto desde hace ocho años son conocidos como la pareja de baile Esperanza. Y desde hace dos, también danzan el número del amor: complicidad que delatan más allá de los pasos ensayados. Van por la vida tomaditos de la mano.

Tal vez porque es esa ecuación compleja de cromosomas la matemática simple con que Gardenia y Odaly (las respectivas madres de Yanet y Roberto) enfrentan la vida. Tal vez porque solo hacen falta tres colores para vivir: amarillo, azul y rojo. Tal vez porque la cortesía de un estreno modesto en una sala modesta pesa más que una escenografía rimbombante. Por esos tal vez, un 20 puede ser 21. Cosas de números nada más.