CAMAGÜEY.- Siempre viene bien el escuchar un buen solo de guitarra eléctrica, a través de la radio o la televisión. Si los protagonistas son los versados Carlos Santana, Eric Clapton o Jimmy Page, mucho mejor. La guitarra tradicional no es menos porque también magnetiza y despierta una corriente de euforia en el espectador, si la tocan las manos adecuadas. Así sucedió en la Sala de Conciertos José Marín Varona, de esta ciudad, tras el espectáculo del músico habanero Joaquín Clerch.

De negro entero, peinado al modo Beatles, Clerch sale al escenario y se acomoda en una banqueta. Lo hace de tal manera que se transforma en una sólida estructura humana. En la pierna izquierda, apoya el instrumento. Desliza suavemente los dedos por sus cuerdas. Durante la función, que duró una hora, el artista interpretó composiciones con matices populares de autores europeos, latinoamericanos y de nuestro país.

Entre melodías disfrutadas por el auditorio, se escuchó La Catedral, de Agustín Barrios Mangoré. Quedó claro el por qué Joaquín es considerado uno de los guitarristas cubanos más exitosos en su tierra y a nivel internacional: se apropia de las partituras con apasionamiento y delicadeza. Él sabe impregnarles un estilo particular, distintivo y sensible a las notas de los grandes maestros, sin desnudarlas de su esencia.

El recuerdo de la Alahambra, de la autoría de Francisco Tárrega y la obra Noche en los jardines de España, de Manuel de Falla, demostraron sus habilidades para darle forma a los acordes más apacibles de la primera pieza, y luego a las trepidantes y coloridas sonoridades de la segunda. Resultó un elogio a la poesía la ejecución de las creaciones Alfonsina y el mar, versión para guitarra de la canción de Mercedes Sosa, y La danza del altiplano, de la autoría de uno de sus referentes musicales, Leo Brouwer.

“Me siento muy feliz de haber compartido con ustedes y espero regresar pronto para regalar más de mi quehacer”, expresó Clerch en los últimos compases de la noche. Luego, recibió los aplausos del público, quien agradeció el despliegue de talento del artista.

Al culminar el concierto se le entregó al notable intérprete cubano un reconocimiento del Sectorial de Cultura y el Centro Provincial de la Música, por sus 35 años de vida artística, y la Medalla Conmemorativa de la Oficina del Historiador, de esta ciudad, concedida por esa institución a personalidades destacadas en el ámbito de la cultura. Selló la buena vibra y la eléctrica conexión público-Clerch, su encuentro con las jóvenes generaciones de estudiantes de música, entre las que halló a no pocos admiradores.