CAMAGÜEY.- La hermosura y la verosimilitud de los objetos captan enseguida la atención en la sala La Edad de Oro, de esta ciudad, gracias al encanto de La casa del escarabajo, del grupo titiritero Retablos / El Arca.

En las tres funciones mantuvo repleto ese espacio destinado al llamado teatro familiar, como ahora se clasifica a las opciones que no hace mucho se circunscribían para el segmento infantil.Los catalogadores tienen algo de razón, ya que los niños no asisten solos a las puestas en escena o, al menos en Cuba, no es usual que los padres aguarden afuera de la sala.

En un encuentro con la crítica una de las actrices agradeció a Christian Medina Negrín la lección vital de preservar el cariño y el respeto ganado por el títere a lo largo de su historia.

Esa gratitud al director del grupo y de la obra se comprende mejor con la mirada en el escenario, porque ella no intenta usurpar el lugar del personaje que depende de sus manos y de emociones irradiadas con su voz.

El títere también se ha tenido a menos ─ pasa igual con el humor y el clown─, y no está entre las opciones primeras de realización; por lo general los actores jóvenes no toman ese camino por voluntad propia.En La casa del escarabajo, Christian Medina Negrín ocupa un asiento al fondo de la sala, para seguir gesto a gesto la representación de ese cuento suyo, encomiado a tres jovencitos.

En la bienvenida advierte a los padres que como yo llevamos hijos chiquitos, y eso nos predispuso por la alerta de momentos con palabras y sonidos generadores de miedo.La obra avanzó y para mi sorpresa solo escuché sonrisas y noté las cabecitas dispuestas a cuanto pasaba, con la motivación de descubrir las claves de cada detalle de la escenografía, por la grandeza allí de lo pequeño.

El grupo Retablos surgió en Cienfuegos en 1999, fundado por Panait Villalvilla y Antonio Liuvar García, y en una segunda etapa el actor Christian Medina Negrín asumió el liderazgo y lo refundó en La Habana como Retablos / El Arca.

La casa del escarabajo estimula la imaginación y el reconocimiento al titiritero por su facilidad para dar vida a los escarabajos y abrir la ventana de la sensibilidad y la comprensión del universo minúsculo de los insectos, otro regalo del Festival Nacional de Teatro de Camagüey.