VERTIENTES, CAMAGÜEY.- La nieta de Margarita estaba vestida desde el amanecer. “A las 6 de la mañana fue para mi casa y le pidió a la tía que la peinara”, cuenta la abuela sonriendo. Desde que inició la semana, los niños del pueblo de Los Ángeles esperaban ansiosos la llegada de este jueves, para disfrutar la magia del circo.

El animador Héctor Jesús Pérez abrió el espectáculo, —como insisten estos artistas en llamarle a sus presentaciones, aunque tengan lugar en un escenario improvisado como el del mercado de la comunidad— y acompañado por la algarabía del acogedor público, presentó a Lechuga (Onel Guevara), un payaso de ojos azules que hizo del diálogo con pequeños y adultos el centro de su actuación, además de demostrar también sus cualidades como malabarista.

Luego, Niurka Rodríguez y Mario Adán, integrantes del dúo Enigma, mostraron que conocen perfectamente los secretos de la magia y la telepatía. Con la ejecución de simpáticos trucos, asombraron a las niñas Salet y Yosani, así como al abuelo de casi 100 años que vive en el poblado.

Pero un conocido personaje del circo Areíto no podía faltar, el payaso Perucho (Jorge Luis Freyre) divirtió a grandes y chicos desde el comienzo de su interpretación, cuando se situó entre los espectadores para interactuar con ellos en bien de una actividad participativa, diferente y poco usual en Los Ángeles.

Sin pensar en los kilómetros por recorrer para llegar hasta localidades alejadas de la cabecera provincial, lo que hace más felices a los artistas del “Areito” y de la Compañía de Magia de Camagüey es el cariño con que los reciben siempre en estos lugares; “por eso venimos”, afirma Isel Martín, relacionista pública del circo.

Carlos Quesada, director general y artístico del Teatro Cubano de la Magia, también conversó con Adelante Digital para comentar que la presentación fue el resultado de la unión de ambos grupos, y anunciar la próxima función el próximo día 23, en el pueblo de Vilató (Sierra de Cubitas).

Aunque recuerdan con anhelo aquellas giras de cuando eran más jóvenes, de cuando “todo era mejor”, yo vi este jueves el mismo brillo y picardía que supongo tuvieron en sus años mozos los ojos de Perucho, aprecié a Lechuga cantar y bailar para los niños de igual a igual, observé cómo Mario solicitaba continuamente los aplausos, que alimentaban su actuación junto a la simpática Niurka.

Y aunque por mi corta edad no los haya visto actuar hace unos años, en sus “buenos tiempos”, me atrevo a asegurar que estos artistas no han dejado ser los mismos de antes.