CAMAGÜEY.- Humor inteligente. Crítica unas veces sutil, casi imperceptible; luego, mordaz y arremetedora. La cita, espectáculo que por estos días presentara en nuestra ciudad el Centro Promotor del Humor, bajo la dirección de Osvaldo Doimeadiós, fue un constante ir y venir entre pasado y presente.

 A las actuaciones de Andrea Doimeadiós y Venecia Feria, capaces de un desdoblamiento tal que resultaron más que convincentes, se sumó un texto bien pensado y atrevido que requería del público cierto bagaje cultural.

 La sátira a la realidad cubana, fina y sin caer en lo vulgar, versó en torno al consumismo, la competencia y rivalidad que se genera en los ámbitos profesionales, la frivolidad y la chabacanería, el convencionalismo con sus disfraces y matices, las aspiraciones que muchos cubanos depositan en la emigración, la actualidad económica del país, los cambios radicales que las nuevas tecnologías, el uso de Internet y las redes sociales han producido en nuestra vida social; temas todos que por ser recurrentes no caen en lo desacertado.

La escenografía, sencilla y dependiente en esencia de la imaginación de los presentes, y el constante cambio de vestuario en la propia escena provocaron un estrecho vínculo entre las actrices y el público, una conexión que demandan los espectáculos humorísticos de estos tiempos.

 Sin embargo, el mayor mérito de La cita, a mi juicio, no radica en las excelentes actuaciones, la escenografía o en los temas que se abordan, sino en un texto muy bien llevado y abarcador que rebusca a cada instante en nuestro acervo cultural, en la historia, la identidad y la transculturación, en lo más selecto y reconocido de la literatura, la música, el teatro, la danza, la plástica y el cine de Cuba y el mundo.

 Por la escena pasaron, como ráfagas, Varela, Saco, Heredia, Frida Kahlo, Marilyn Monroe y muchos otros; resurgieron Espejo de Paciencia, Cecilia Valdés, Clandestinos y hasta la Biblia; se escuchó el Siboney, de Lecuona, y Mi bandera, de Bonifacio Byrne; primó siempre ese doble sentido y la crítica que no escapa al humor de esta Isla.

 Quizá no muchos fueron convidados, y a otros el anuncio llegó de manera tardía; es una lástima que a La cita acudieran tan pocos camagüeyanos.