CAMAGÜEY.- “Llegamos con muchas preguntas, nos vamos con ansias de crecer”. Clarissa Damila Pérez Hernández dijo más, pero así tocó la cuerda precisa de su ejecución en la filial camagüeyana de la Universidad de las Artes, de la que esta violinista de Las Tunas egresó este viernes como la graduada integral.

Fue breve y cabal en su discurso a nombre de los 21 nuevos graduados de ese centro, que ya ha elevado las competencias profesionales a 301 cubanos, de casi todo el país, en las carreras de Música, Arte Danzario y Arte de los Medios de Comunicación Audiovisual, de la que se celebran los 15 años.

“A veces no sabemos cómo expresar lo que sentimos y aquí nos han dado las herramientas”, enfatizó con la gratitud a sus maestros, porque, insistió Clarissa, la enseñanza de diferentes caminos ensanchó su percepción de los matices.

“Somos parte de la cultura cubana”. Con ese sentido de lo esencial ganó aplausos de estreno en su escuela, porque, después de mucho tiempo –y mire que como centro docente abrió en 1989– logró este viernes el acto de graduación en casa propia.

Humildad, intransigencia, esfuerzo… De palabras clave, y con las claves de la palabra se vistió el teatro de la institución que por costumbre alumnos y profesores siguen llamando “El ISA”, espacio de sanos nervios y de hermosas alianzas con el Ballet de Camagüey y el Ballet Folklórico, que bailaron para la ocasión.

Casi al principio, María Antonieta Ríoseco López-Trigo, directora de la filial, compartió la esperanza en los recién graduados: “Que el espíritu de consagración siempre les acompañe”. Han de cumplir ese encargo en Matanzas, Sancti Spíritus, Ciego de Ávila, Las Tunas, Santiago de Cuba, Holguín, Granma y, fundamentalmente, Camagüey.

En el público estaban fundadores de ese centro, admirados intelectuales y creadores que integran el claustro e impulsan proyectos artístico-pedagógicos. Se encontraba Martha Jiménez, que acababa de inaugurar allí la muestra En nombre de las cabras. Confluyeron otras personalidades e invitados, familiares de los salientes, y hasta alumnas del antiguo Convento de las Madres Ursulinas, donde radica “El ISA”, que no se limita ese espacio físico.

Casi al final, porque el cierre fue en el patio con la gracia de Rumbatá, un visitante, Alexis Seijo García, rector de la Universidad de las Artes, calibró la mañana al advertir de la rapacidad imperialista y de su antídoto en la ética humanística, en la cultura auténtica, plural, diversa; en la capacidad del diálogo y en la preservación de la soberanía nacional.

Entonces, el rector con la mirada en Clarissa, que significa mirar el fruto de Cuba en la formación de sus artistas, enfatizó: “Vivimos un siglo que acelera los retos y que necesita de los jóvenes su entrega, su energía y su compromiso”.