CAMAGÜEY.- Hay una interpretación de la imagen de Nicolás Guillén que me llamó la atención desde que llegué a trabajar a Adelante. La hemos visto andando por la dirección, también en el área de la redacción y de un tiempo a acá, dando rostro y corazón para recibir a cuanto lector llega a nuestro local de la calle Cisneros.

La pieza de cerámica remite a las líneas de un caricaturista olímpico, Juan David. Y en efecto es síntesis de la admiración por dos cubanos. Me lo acaba de revelar Vladimir Mejías Vázquez, el autor del Guillén del periódico, un artesano modesto que ha vuelto a modelar al famoso lugareño del Son Entero.

“Mis motivaciones son por camagüeyano y por el descubrimiento de la expresión al que me llevó un cuaderno de Juan David con caricaturas a nuestro Poeta Nacional, a quien siguió desde joven como uno de sus personajes preferidos”.

—¿Por qué el humor en usted tiene sentido de volumen?

—Yo soy alfarero y ceramista. Con el lápiz en la mano no sé casi ni escribir; sin embargo, cojo un palillo arriba del barro y lo que yo quiera se me da. Mis bocetos para murales los hago directo en barro.

“En el 2004 empecé con personajes como el vendedor de frutas, el que toca tambor, con motivos afrocubanos. Para el segundo Simposio Internacional de Cerámica Artística Puerto Príncipe nos convocaron a dos compañeros a caricaturizar a los participantes. Ahí me di cuenta de que era capaz de hacer caricaturas. Luego vi a Guillén a partir de los cartones de Juan David. También hice tres o cuatro a José Martí”.

—¿De cuántas maneras se ha inventado el Guillén que no conoció?

—Como 20, y me atrevo a hacer 20 más para una exposición. Es una lástima que no conserve ninguno. Reproduje 14 del libro de Juan David. Hice una pieza inspirada en el poema Mi abuelo negro, de un taburete con un nido y dos huevos, uno blanco y otro negro, y el palomo miraba interrogando a la hembra. Por el mar de las Antillas… me llevó a trazar a una mulata con un marinero blanco.

“Además recuerdo una máscara alegórica con el rostro de Guillén en el que se mezclaban instrumentos musicales (maracas, piano y tumbadora), la palma, y por aquello de lo afrocubano puse de ojos dos caracoles. Está el del periódico Adelante. Con otras piezas participé en ediciones del Tintaenpié, en eventos de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (Uneac) y de la Asociación Cubana de Artesanos Artistas (ACAA). Llevaba unos cinco años sin hacer caricaturas personales”.

—¿Por qué?

—Esta vorágine de trabajar para vivir a veces te aparta de lo que más deseas. Tampoco me siento mal con lo que hago. Mañana voy a quemar y pasado estoy loco por abrir el horno para ver cómo quedó, como si fuera novato. Soy parte del Grupo VER, fundado en el 2004 junto a Enrique Cerulia y Raúl Baryolo. De conjunto trabajamos en función de eventos o para decoraciones de hoteles, venta de artesanía en ferias. Tenemos un taller en Aruca, donde nos mantenemos Baryolo y yo. Ojalá pudiera dedicarme a la caricatura.

—¿Cuán generosa es nuestra arcilla?

—En Camagüey se trabaja con uno de los mejores barros de Cuba, pero las canteras ya no son como antes, por eso se mezcla con varias arcillas de la provincia, y la calidad depende de cómo se procese. Nosotros usamos el barro molido en molino de martillo, lo que evita que la arcilla pierda propiedades.

—¿Cómo toca la cerámica hoy a Camagüey?

—Está bien. Sucede que con el boom de los cuenta propia han surgido muchos con buena mano. Sin embargo, la cerámica para empeños artísticos resulta complicada, porque los materiales son costosos. No obstante, hay gente con calidad haciendo cosas buenas.

—Se ha alentado el dilema de artesano o artista...

—Nunca me ha preocupado. La ACAA, a la que pertenece el Grupo, siempre nos ha motivado a la superación, con cursos impartidos por profesores de la academia. Antes tenía una visión empírica y elemental. Nadie tiene por qué prohibir que alguien tenga aspiraciones. Sí critico al que se autotitula artista sin serlo.

“Hace 26 años que trabajo el barro. Empecé de flay, sin referencia en mi familia, primero como tornero alfarero. He tenido la suerte de haber trabajado con artistas de la provincia con los que aprendí mucho como Gabriel Gutiérrez, Osvaldo Rodríguez Petit, Carlos Wambrug; con Oscar Rodríguez Lasseria tuve experiencias en el Simposio.

“He hecho cosas de las que ni me acuerdo, como me pasó el otro día con mi amigo Frank Ramírez Galdós, caricaturista de verdad, que conserva como un tesoro al negrito barrigón que le regalé”.

—Guillén fue agudo con su Camagüey, ¿cómo es usted con la ciudad?

—Nací en Ciego de Ávila en el ‘64, pero en cuanto mi madre se recuperó vino para Camagüey. Yo soy de aquí. Todo va cambiando. Se está restaurando. Me preocupa que para ser la Ciudad de los Tinajones, ya no hay como años atrás.

—Pensando en grandes dimensiones, ¿le haría su escultura?

—Ese sí es un sueño, hacer una escultura con las dimensiones de Guillén. Me atrevería a hacerle una caricatura a tamaño natural.

Foto: Orlando Durán HernándezFoto: Orlando Durán Hernández