CAMAGÜEY.- La galería del proyecto eJo nunca defrauda. Hace de la diversidad su fortaleza, siempre acompañada de una propuesta audaz para los visitantes. Después de algunos meses de la clausura de una de las exposiciones más desinhibidas del pasado año, como la de la novena edición de la Jornada de Arte Erótico, se presenta la muestra colectiva Caminos, que versa sobre los senderos de la fe y el osado discurso, construido por la mayoría de sus autores, para llegar a ella.
A diferencia del Medioevo, donde se respiraba un arte pictórico casi totalmente por el clero y para el clero, el siglo que cursamos permite una mayor independencia imaginativa que impone como únicos límites el alma y el pensamiento. La exhibición, inaugurada en el mes de diciembre en la institución Sociocultural, reelabora criterios sobre lo divino a través de cuestionamientos y vivencias, aunque en el mismo espacio se defienda la existencia de una energía espiritual que actúa en nuestra cotidianidad.
En la sala de la institución se observan varias creaciones que transmiten la multiplicidad de técnicas, estilo y diferentes pareceres referidos a una misma temática. Sobre una de las paredes blancas cuelgan, de una cuerda, nueve letras mayúsculas que conforman una palabra: REDENCIÓN. Intervinieron en esa obra ocho artistas que transitaron de una “r” sin atractivos visuales, a una “n” cubierta de espinas y de un rojo sangre. Transitaron de las sombras y cadenas al colorido vuelo que terminó en el rescate, la mejor acepción del término en este caso.
Con la mirada de un expresionista, Emilio Núñez Luna pone en el centro de su pintura, El principio de todo, al cuerpo humano. Pero el cuerpo que representa arde en una llamarada de pinceladas violentas, de brochazos que descubren heridas, quién sabe si son el resultado de una lanza o una metáfora de la mezquindad colectiva. Semeja la transformación del torso divino en uno de los martirios, o estudios, del pintor angloirlandés Francis Bacon.
Sin apartarnos del círculo de lo sagrado, Aires de libertad, de Luis Michel Ramírez Milián, enfila su pincel contra la contaminación del ánima. Para alcanzar ese propósito, elabora un mosaico religioso y cubre a su protagonista, una santa imagen, con una careta antigás. En aquel ambiente caricaturesco, lo aísla de la polución generada por los mortales, del hedor de las guerras, del odio… del smog nocivo de algunos preconizadores de la fe que olvidan el camino.
Contiguo a la sala expositiva, fue habilitado también un pequeño local para las instalaciones. Entre ellas sobresale Fisuras de luz, de Hennyer Delgado Chacón. La componen 13 tablones que delinean rostros de gente “x” de nuestra sociedad. Debajo de las viejas tablas hay una leve capa de aserrín, una fina línea de partículas que recuerda al proverbio del polvo venimos y al polvo regresaremos. Pero esa suerte de base, une como hilo conductor y cimienta una existencia por la que vale la pena vivir y ser feliz.
El inglés Oscar Wilde dijo en una ocasión que no hay nada más parecido a la ingenuidad que el atrevimiento. Sin embargo, en la exposición Caminos, el atrevimiento no puede emparentarse con la candidez, sino con la agradable sensación que nos deja el experimentar los misterios del cielo y la tierra, relacionados todas con nuestra condición humana.