CAMAGÜEY.- El principal reto de la muestra audiovisual El Almacén de la Imagen empieza cuando el evento se acaba, porque llega la hora de promover los materiales que por lo general no se topan en los circuitos nacionales de exhibición.

Aunque la edición 27 culminó con la entrega de los lauros por géneros y especialidades, y con el Gran Premio a Jessica Franca por la ficción Oculta, la admisión al certamen ya implicaba un reconocimiento a la obra.

Varios participantes, que no pasan de los 35 años de edad, agradecen este espacio que la Asociación Hermanos Saíz defiende desde 1991, como punto de encuentro vital para el intercambio de formas de ver y de hacer.

En diálogo con Adelante Digital, la editora Lisabeth Rojas Varela aludía al peso de ciertos criterios: “se vuelve incómodo el estigma de la juventud de si tiene identidad o no, de si inventa o no. No podemos aturdirnos con la presión de ser joven”.

Contrario a lo que algunos llegan a pensar, esos prejuicios nos son directamente proporcionales a los artistas de magnitudes como el fotógrafo Raúl Pérez Ureta, Premio Nacional de Cine, quien con 75 años de edad y 31 largometrajes en su currículo, se declaró feliz por la calidad de las propuestas de grupo o Movimiento Audiovisual en Nuevitas.

A fin de cuentas, como enfatizó Pérez Ureta, “el cine es imagen, no importa que se vea en un televisor, en una computadora o en una salita; y cuando las imágenes son bellas, convencen, entran por los ojos”.

Claro, también reconoció que las nuevas tecnologías abren otras posibilidades de cómo pensar y ver a partir de ahora, y eso corresponde a los jóvenes, igual que su autopreparación constante para dominar la cámara y saber aprovecharla.

Otro rasgo aplaudido del Almacén fue la permanencia del pitching de ficción, sino la apertura también para proyectos de animación, porque hacer cine sigue siendo caro, y al menos disponer de 50 000 pesos cubanos alivia y ayuda a materializar ideas y sueños.

Por otro lado, si importante es la oportunidad del encuentro, medular resulta la reconquista del público, máxime en comunidades de difícil acceso o con situaciones de vulnerabilidad, como en Florida y Esmeralda, municipios afectados por el huracán Irma.

“Hemos aprendido que cuando más difícil es un público es cuando más necesario tenemos que hacer presente la obra de los realizadores”, comentaba Reynaldo Pérez Labrada, presidente de la muestra, aunque se mostraba satisfecho por la concurrencia a las proyecciones en la Casa del Joven Creador.

No obstante, si por determinada coyuntura, también ciclónica, unas ediciones atrás hubo que acudir a armar una sala en el café literario La Comarca, debía repensarse su utilidad ante los ruidos del lugar que entorpecen la buena recepción de los materiales.

El señalamiento anterior reafirma el derecho de los artistas a una exhibición digna, con tantas salas en la ciudad de Camagüey que se mantienen oscuras pero vacías, y también supone la defensa del Almacén como entusiasta social.

Sirva esta mirada para el perfeccionamiento de la edición 28, aunque lo más urgente, tal como insistí al inicio, bulle en lo que pasará a partir de ahora con lo que llegó, qué camino gestiona la productora Luz Joven, y si retroalimenta a los realizadores acerca del impacto de las obras. El reto es grande.