CAMAGÜEY.- El ensayista Jorge Santos Caballero reveló parte de su investigación acerca de la Escuela Provincial de Artes Plásticas de Camagüey (1952-1962), en su opinión, “una historia mal contada” por esclarecerse como antecedente de los 50 años de la enseñanza artística a los que se dedica la XXX edición del Salón Fidelio Ponce de León.

Invitado a la apertura de las sesiones teóricas del evento, el escritor, hijo de Jorge Santos Díaz, reconocido aquí como el Pintor de la Ciudad, contó que su padre fue de los tres primeros egresados, junto a Minerva Miyares y Reinaldo Miranda, y que ante vicisitudes de la época, la escuela llegó a funcionar en su casa.

“Tenía una deuda con mi padre y con los artistas. Estaban contando su testimonio, no la verdad. La historia está mal contada porque lo que decían no coincidía con la documentación”, explicó al referirse a los fondos del centro preservados como patrimonio familiar y que "cuando niño consideraba papeles viejos".

“No dejo de subrayar que el 10 de marzo de 1952 en Cuba se dio un golpe de Estado, y que esta escuela fue la primera ley cultural de Fulgencio Batista en el poder. Surge el 21 de marzo de 1952. Tengo el decreto presidencial y la resolución que nombra el primer claustro”, sostuvo.

El famoso Jorge Arche Silva fue el primer director, y entre los profesores con los que abrió figuran Graziella Pogolotti, Mario Carreño, Marta Arjona, Eugenio Rodríguez y Adolfo Meruelo, entre otros que impartieron el mismo plan de estudio de la Academia de San Alejandro, para el nivel elemental y superior.

Jorge Santos Caballero releyó en fotografías, exámenes de alumnos que luego devinieron exponentes renombrados, certificaciones de notas, el reglamento de la Asociación de Alumnos de la Escuela, y la cuenta en el Banco Continental porque el centro estaba adjudicado a un patronato.

Este hallazgo saldrá a la luz pública en el libro Entre esperanzas y desventuras: la Escuela Provincial de Artes Plásticas José Martí, de Camagüey (1952-1962), con el sello de la Editorial Ácana en coedición con el Consejo Provincial de las Artes Plásticas.

“Yo no hice un libro de historia local. Está abierto a un análisis de lo que significó este pueblo y su aporte a la cultura, sin omitir gente y cosas que pasaron. Esta escuela fue un proyecto atípico en un momento en que no había condiciones para fundarla, y que tuvo sus antecedentes en las escuelas de monjas donde enseñaban a pintar, en la Academia Municipal de Arte de Servando Pita, y en la de Ángela Muns”, enfatizó.

En el intercambio sostenido en El Circuito, integrantes del público justipreciaron el valor de esta memoria para la comprensión del devenir de las artes visuales del territorio, y señalaron otra deuda por saldar, más cercana a nuestro tiempo, acerca del estudio de promociones de la Revolución, exponentes del arte contemporáneo cubano.