LA HABANA.- El reconocimiento de Luis Álvarez Álvarez como miembro de honor de la Fundación Nicolás Guillén fue uno de los rasgos que hoy resaltaron a Camagüey desde la capital de Cuba.

Ocurrió casi al cierre del coloquio Cultura y Revolución, organizado por esta Fundación, a propósito de la jornada conmemorativa del aniversario 30 del fallecimiento de Guillén.

"Mi relación con Guillén es familiar", dijo Luis Álvarez antes de contar el detalle de la condición de Francisco, el hermano del Poeta Nacional de Cuba, como abogado de los Álvarez.

También precisó que el inmueble reconocido hoy como la Casa Natal de Guillén fue el regalo de bodas recibido por los padres de Luis.

El Premio Nacional de Literatura 2017 rememoró la oportunidad suya de escuchar al camagüeyano Poeta Nacional, en el aula magna del Instituto de Segunda Enseñanza, en el Casino Campestre.

"La voz de Nicolás Guillén es inolvidable. Esa única noche que pude estar delante de él me di cuenta que era un gigante", afirmó. Aunque Luis integra el consejo de dirección de la Fundación, creada en 1991, la organización quiso resaltar su ejecutoria intelectual y pedagógica cuando lideró  procesos en el Centro de Estudios Nicolás Guillén, de Camagüey.

El presidente de la Fundación, Nicolás Hernández Guillén, aprovechó para anunciar la celebración de los 120 años del natalicio de su tío en el Camagüey del 2022, y encargó a Luis la concepción del evento nacional.

El coloquio Cultura y Revolución se desarrolló hoy en la sala Villena de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba, localizada en el corazón del Vedado.

Moderado por la investigadora Denia García Ronda, el panel integró a Luis Álvarez, a la poetisa Nancy Morejón, al estudioso jamaicano Keith Ellis y al escritor y político Abel Prieto.

Allí Luis abordó el pensamiento cultural de Guillén y Nancy leyó un texto intimista que evidencia a Nicolás "como una fuente y un rumor constante".

Keith Ellis reflexionó acerca de los valores universales y la capacidad del poeta cubano para representar y vindicar la condición humana, aunque no recibiera el Premio Nobel de Literatura debido a los prejuicios generados por el eurocentrismo.

Luego Abel Prieto insistió en la importancia de aprovechar el lenguaje audiovisual para poner de moda en los jóvenes a figuras como Nicolás Guillén porque "se han ido derechizando las apreciaciones literarias".

El cierre estuvo a cargo del coro Schola Cantorum Coralina, dirigiro por Alina Orraca, con la interpretación de Mulata, La tarde pidiendo amor, y El canto del bongó.