CAMAGÜEY.- Cuando los telones rojos se escondieron, la luz hizo florecer las decenas de niños que, a teatro lleno, realizaron el sueño con pasos y poses de ballet. Fue el principio del final feliz de los talleres de verano ofrecidos por las escuelas de arte de Camagüey.

En la bienvenida a la función lucieron todos, desde Alexandra, la rubia blanquísima de tres años de edad, hasta los parientes, entusiastas y nerviosos por un momento crucial en la memoria afectiva, y por tanto, inolvidable, como cada proyecto que abraza la familia.

Los pequeñines del grupo de los blancos, porque allí se organizan por colores, salieron a interpretar Casa de cristal, una coreografía de Elizabeth Cebrián y Anabelis Miranda, interesadas por mantener o captar para los talleres de las tardes del curso escolar.

Que haya sido el ballet la especialidad con mayor matrícula en esta quincena, llena de aliento por la tradición en la formación de artistas y en el cultivo de un público con gusto y conocimiento por la danza en general.

Acciones como los talleres de verano impulsan la cantera de la escuela. Se notará en la cosecha de más de 220 niños en la provincia que recibieron clases de ballet, danza, música, artes plásticas y teatro en la academia de las artes Vicentina de la Torre, el conservatorio de música José White y la escuela vocacional de arte Luis Casas Romero.

Cerca de 70 alumnos optaron por artes visuales. Sus profesores anhelan la apertura de los talleres vocacionales, que sí existen de ballet. Entre tanto, a los de verano se suman cada vez más, explicó Nelson Miranda: “Cada profesor ha implementado maneras libres —por ejemplo, Carlos Goyes trabajó la parte de la literatura y el miedo; y yo, el autorretrato—, porque no son estudiantes académicos. La enseñanza artística va tomando el sentido definitivamente bueno, de que los talleres sirvan para ir viendo los talentos”.

Por la entrada de la “Vicentina” podrá apreciarse la exposición con las obras resultantes del taller de artes plásticas, las cuales permiten confirmar el criterio de Nelson Miranda y señalar la deficiencia para resolver en el futuro, en relación con un montaje adecuado.

También estos cursos influyen de manera positiva en las nuevas promociones de profesores. A sus 20 años de edad, Aliannis Sarduy solo lleva un año al frente de un aula de teatro, y quedó entusiasmada con el aprendizaje de verano: “Fue difícil acoplarlos porque tenían distintas edades, aunque son muy creativos. Eso me sorprendió porque últimamente no lo son tanto quienes se presentan a las pruebas. Casi todo lo que hicimos salió de ellos. Los padres estuvieron muy involucrados en el taller, trajeron el vestuario y lo que hizo falta. Me gustó ver que todavía hay personas interesadas en estudiar teatro con cualidades, aptitudes y deseos de hacer”.

Los chicos de artes escénicas representaron Buscando a caballo, versión del texto original de Onelio Jorge Cardoso. Además, en el teatro de la academia Vicentina de la Torre, alumnos de nivel elemental interpretaron obras y fueron reconocidos los profesores, en especial María Eugenia Reyes, distinguida como la decana de la danza en Camagüey.

Con la clausura de los talleres no ha culminado la irradiación de las escuelas de artes, insistió Edel Toledo, coordinador de la enseñanza artística debido a las giras iniciadas el 30 de junio. Alrededor de 250 alumnos de música, danza, ballet y artes visuales han actuado en los municipios de Florida, Minas, Vertientes, Najasa, Sibanicú, Guáimaro, Nuevitas y de Camagüey en las comunidades de Florat, Altagracia y San Blas.

“Hemos tenido un curso de muchas tareas donde la escuela ha trabajado desde las especialidades y los temas que nos ocupan de la educación cívica. Estamos muy contentos y agradecidos con las familias. Les deseo felices vacaciones, que descansen para comenzar con nuevas energías”, dijo María Mercedes García, directora de la “Vicentina”, quien calificó los talleres de verano como un regalo para el alma, para el espíritu. Con toda razón.