CAMAGÜEY.- Por algún tiempo el Día del Historiador en Cuba tuvo como fecha el 19 de julio, pero una oportuna rectificación de la supuesta grafía del numeral la reubicó el día 1ro. el momento de 1935 cuando Emilio Roig de Leuchsenring recibió la condición de Historiador de La Habana. Es así cómo la efeméride sirve en la actualidad para el agasajo a “los seguidores de Clío” y al recuento de una tradición dispersa desde aquellos apuntes y testimonios de viajeros.

¿Cuáles han sido los más importantes historiadores del Camagüey? Por ejemplo, aunque tuvimos varios “escribidores” es tal vez Tomás Pío Betancourt Sánchez Pereira (alférez real) a quien primero se le distingue por su Historia de Puerto Príncipe, noticias pertenecientes a los archivos jurídicos y religiosos, descripciones y fechas de construcciones como manera de mostrar la evolución de los criollos.

 Juan Torres Lasquetti Juan Torres LasquettiLuego, Juan Torres Lasquetti heredó gran parte de los legajos de Betancourt, guardados en el Ayuntamiento. Un poco antes había obtenido el título de Bachiller en Leyes por la Universidad de La Habana, válido para cargos públicos en la administración colonial (como los de Administrador de Rentas en Puerto Príncipe y Secretario de la Junta Jurisdiccional del censo de 1860), y como casi todo avanzado intelectual de su época escribió textos y poemas para los periódicos. Con tal vocación, y la posibilidad de palpar documentos valiosos, editó en la imprenta El Retiro, La Habana, 1888, su libro Colección de datos históricos geográficos y estadísticos de Puerto Príncipe. Sin embargo, Lasquetti no solo escribió de historia, sino que la protagonizó, al colaborar con los mambises y ser homenajeado como veterano cuando falleció en 1900.

Otro en la lista es Jorge Juárez Cano, quien tuvo formación militar, desde donde elaboró manuales para jefes y alistados, fue procurador del ejército antes de laborar como periodista (con destaque para su colaboración con medios extranjeros en idioma esperanto). No obstante tal currículo, su consagración ocurrió con el estudio autodidacta de la historia, al publicar Efemérides de Camagüey, Hombres del 51, Apuntes de Camagüey (reeditado por la editorial El Lugareño, de la OHCC), con visión crítica respecto a sus antecesores, por lo cual mereció premios de la Academia de Historia de Cuba. Ya en 1937 se había convertido, de hecho, en Historiador de la ciudad de Camagüey, prestigioso aval para también integrar la Comisión de Cultura del Ayuntamiento, desde donde marcó gran parte de la década al impulsar la declaratoria como Monumento Nacional de varias plazas y sitios.

Jorge Juárez CanoJorge Juárez Cano

Otras personalidades continuaron las pinceladas, como Jorge Gustavo Juárez Sedeño (quien publicara entre 1942 y 1946 en la revista Antorcha), Oscar Silva Muñoz del Canto, gestor de los Cuadernos de historia principeña, y hasta perduraron secciones en los periódicos, entre esas Mis queridas calles camagüeyanas, del querido Gustavo Sed Nieves, quien ha sido nuestro último gran historiador.

Fue de los empíricos, desde su vínculo en la década del ‘50 con el veterano Abel Marrero Campanioni. Desde entonces Gustavo tuvo el lujo de conocer de primera mano a descendientes de patriotas, colaborar y ser fundador del Archivo Histórico Provincial, laborar en el Museo Provincial, en el Consejo Científico Asesor de Investigaciones Históricas del Comité Provincial del Partido, ser autor y coautor de libros, Especialista Principal en Museología e Historiador de la Dirección Provincial de Patrimonio Cultural, asesor del Equipo Técnico de Conservación y Restauración de Monumentos, e incluso identificado como el Historiador de la Ciudad antes del nombramiento oficial, pero sobre todas las cosas fue el más amable consultante de quienes acudían a su casa. Gustavo, a decir de muchos, era un “libro abierto”, un referente si valoramos hoy decenas de proyectos concluidos por la Oficina del Historiador que él mismo vio nacer.

Ha sido una concatenación de voluntades, más que un recuento, un legado a los actuales miembros de la Unión de Historiadores de Cuba, profesores, centros de investigación, instituciones culturales y educativas.

Sirvan estas líneas para homenajear a todos los que siguen el importante oficio en pos de salvaguardar la memoria y el patrimonio.