CAMAGÜEY.- La rumba no ha faltado en esta ciudad porque irradia su aché, como se dice en buen cubano, y tiene exponentes de raíz profunda como Wilmer Ferrán Jiménez, merecedor en el 2017 del honorífico Premio Olorum.

“El Festival Olorum se ha convertido en una plataforma importante para la música folclórica ancestral. Te da la posibilidad de aprender, de sanar inquietudes y liberar un poco de cuestionamiento en cuanto a la sabiduría del arte folclórico”, dijo a Adelante Digital.

“El evento te abre al mundo la posibilidad de aprender a cantar, a saber por dónde anda la vivencia de lo yoruba en este país; a conjugar tu arte con otras agrupaciones, y a que esté la rumba. Olorum es un suite yoruba”, añadió.

Precisamente, ayer el programa del evento propuso una fiesta de agrupaciones en la concurrida calle República, que condujo hasta el parque de El Gallo, para un concurso de baile de casino y de rumba.

“Últimamente nuestro país se ha llenado de tendencias foráneas. Gozamos de un patrimonio muy rico, y la danza representa ese patrimonio también. Es importante que la nueva juventud se enfoque ─no necesariamente desde una escuela de arte oficial─, a salvar ese patrimonio musical y danzario”, señaló.

Wilmer Ferrán Jiménez ganó el Premio Cubadisco 2018 en la categoría de música afrocubana con su grupo Rumbatá, surgido hace más de dos décadas como un proyecto aupado desde la Asociación Hermanos Saíz.

“La juventud tiene que entregarse de cuerpo y alma a aprender lo nuestro. El claustro de profesores también tiene que estar concentrado en salvaguardar ese patrimonio que representa la historia del movimiento del cuerpo del cubano. Si niegas la historia, niegas quién eres, dejas de ser quién eres y no perduras”, concluyó.