CAMAGÜEY.- La sangre de sus antepasados tal vez forjó el destino, nacieron con el don de crear, de poblar al silencio con su arte, y el medio para materializar esa gracia ha sido la familia que han construido con la escusa la gran casa de Desandann en esta ciudad.

Descendientes de haitianos, orgullosos de su raza, crearon hace hoy 25 años un grupo sin igual, que además de cantar y bailar defendiendo la cultura de Haití, juega con su poesía y logra un espectáculo único en su tipo, capaz de convencer al público y especialmente de enamorarlo.

Todos han formado parte del Coro Profesional de Camagüey cuando se lanzaron a esta aventura propuesta por Teresita Romero Miranda, y aunque las aspiraciones de un artista son siempre altas, sienten superados con creces sus primeros motivos para crecer.

Lo más curioso es que aun habiendo tanta descendencia haitiana en nuestro país, sea Desandann la única agrupación que consiga cultivando su esencia tan nítidamente, con el lenguaje del creole.

No solo en Cuba se conoce su arte, entre los muchos premios que ostenta, está el reconocimiento del Ministerio de Cultura de Haití por ser una agrupación auténtica que en el mundo difunde las expresiones de arraigo artístico y de identidad de esa nación.

Las giras internacionales han dejado un público sediento en países como Canadá, Haití, México y Estados Unidos, particularmente en este último se concentra el mayor número de seguidores y donde ha tenido la oportunidad de grabar varios discos.

La pared engalanada de reconocimientos, en la casa de la directora Emilia Díaz Chávez, permite apreciar desde nominaciones a Cubadiscos hasta Premios Juno, una nominación al Grammy, e incontables galardones que enaltecen el trabajo.

El creol, es el idioma con el que defiende su música este equipo y Emilia declara para Adelante Digital, lo que trae emparejada dicha responsabilidad.

Las composiciones originales del repertorio de Desandann han estado a cargo de Marcelo Andrés Luis, reconocido como el bajo estrella, y quien afirma haber nacido adherido a la música haitiana.

Con un brillo especial en los ojos, conversa abiertamente de las tradiciones que conocen desde niños, las que han llegado por los abuelos o padres que arribaron hace años a Cuba.

Marina de los Ángeles Fernández Collazo defiende esas raíces, llena de orgullo, a pesar de la situación económica y social que impulsó a sus abuelos a inmigrar, y por tanto a alejar a los retoños de su historia.

Es imposible borrar los genes que le tocaron, asegura Marina, agradecida por el papel de difundir junto a su coro, a su familia de Desandann, las costumbres de un pueblo que les corren por las venas.