CAMAGÜEY.- “No se le puede deber un kilo a un artista. Estamos pagando más la tecnología –por el alquiler de luces, audio y pantalla– que el talento”, fue uno de los asuntos abordados por el viceministro Abel Acosta Damas, en el balance anual de la dirección de Cultura en Camagüey.

Además convocó al equilibrio de las opciones en las instalaciones y las comunidades, y elogió la respuesta de la provincia al asegurar la enseñanza artística, según el esfuerzo nacional por mantener su estándar mundial con el mejoramiento de los claustros, los materiales y los planes de estudio.

Otro tema fue acerca de la responsabilidad de las empresas del sector, y en particular, de las potencialidades del Fondo Cubano de Bienes Culturales para la inserción económica efectiva con importaciones y exportaciones.

Varios artistas invitados aportaron a la reflexión al señalar la falta de sinergia en los binomios Cultura-Turismo y Cultura-Educación, el poco aprovechamiento de la informatización en la gestión cultural, los descuidos con la cultura popular y tradicional desde el caso del San Juan Camagüeyano, y la contradicción entre la política de formación estética y la superposición pública de objetos de mal gusto como la luminaria con pinchos emplazada en el Casino Campestre.

Fue Jorge Enrique Sutil Sarabia, miembro del buró del Comité Provincial del Partido Comunista de Cuba, quien indicó contrarrestar el oportunismo y la chabacanería con mayor organización: “Hay un patrimonio de creación por dentro que no va tanto con el recurso financiero como con el intelecto, y depende de la gestión de los cuadros”, y luego enfatizó: “El patrimonio del talento es clave en Cuba y es clave para la Revolución”.