CAMAGÜEY.- Osvaldo Waite Osvorne domina el inglés. Le parece que la facilidad para el idioma le viene de su sangre caribeña. Sus apellidos revelan huellas de la ascendencia granadina y jamaiquina. También un error de inscripción que ha mantenido dividida, ortográficamente, a los miembros de su familia: “Unos los escriben como yo, y otros firman como Withe Osbourne, la manera correcta”, expresa sonriente. A las raíces ha vuelto, de igual forma, para crear una obra en cerámica con sentimiento.

En el patio de su casa, donde tiene su taller, apunta con el dedo a una pequeña estructura de ladrillos. “Después de años de aprendizaje, para cocer mis piezas, pude construir el horno adecuado. El primero que elaboré lo hice con mucho cariño, pero este no fue recíproco conmigo. Sin saberlo creé una incineradora que, por muy poco, no me convertía en polvo las obras”, cuenta Waite, un hombre inspirado por el arte desde la niñez.

La voz de Osvaldo es calmada y tiene un toque musical. Una sonoridad que transmite paz y una pizca de melancolía. Se suaviza aún más al recordar los dibujos que realizaba en la escuela y el hogar, sin imaginar que aquellas ingenuas imitaciones de un pariente, un florero o un animal eran el peldaño inicial para llegar a su destino.

“Cuando tuve la edad suficiente me formé como maestro, y luego di un paso decisivo en mi vida. Un día, mientras leía el periódico Adelante, hallé una convocatoria para estudiar artes plásticas en La Habana. Asumí el reto. Me presenté a la prueba de aptitud en la Escuela Pedagógica, de esta provincia, y aprobé. En el ‘85 ya estaba formándome en una de las aulas de Ciudad Libertad.

“Tras graduarme regresé a Camagüey, al Instituto Pedagógico, esta vez para transmitir los conocimientos recibidos en la capital. Les enseñé a mis alumnos a trabajar el pappier maché, técnicas de dibujo y a confeccionar figuras de barro. Por esas fechas en mis momentos libres pintaba paisajes, pero en cierta ocasión tuve la duda de qué sucedería si dedicaba un tiempo a pensar en la cerámica. Así tomé un trozo de arcilla roja, mal elaborada, y me empeciné en darle otra imagen al pegote que modelaban mis manos”.

Para el año ‘97 se dejó llevar por una ola de nuevos retos: “Después de una práctica constante, logré acercarme al estilo que deseaba proyectar en mis piezas. En esa fecha hice varios torsos de guajiros, niños, pescadores… que exhibí en un salón de aspirantes a la Asociación Cubana de Artesanos Artistas (ACAA). La verdad, había varias obras con muy buena calidad y yo dudaba un poco de mis posibilidades, pero finalmente fui admitido en la institución cultural”.

La piel oscura de Waite contrasta con su barba blanca. Su gestualidad es segura, tranquila, y se conjuga, como acompasada, con una modestia sincera. Ama los pequeños detalles. Concentra la mirada artística en las plazas, en las calles, en los patios, en las casas y en la gente que las ocupa. “Reflejo temas costumbristas, elementos tradicionales y los complemento con la presencia del negro, en especial de niños y ancianos. Siempre acompañados del movimiento. Evito la rigidez”.

Quien no tiene de congo tiene de carabalí, dejó claro nuestro Poeta Nacional, Nicolás Guillén. Osvaldo, desde las escenas cotidianas de sus esculturas, concuerda con él. Dentro de una vitrina, sobre una mesa, o en el piso, sus personajes no pierden la espontaneidad, la esencia de su decoración, de su estilo.

“Una de las series que más utilizo en mis creaciones es Patio interior, porque en esos espacios puedes encontrar un sinnúmero de situaciones que nos caracterizan como cubanos. Me identifico también con Intimidad, un grupo de obras que reflejan la psicología de sus protagonistas: la alegría, el misterio, la sorpresa y también el dolor.

“Aprecio caminar por las calles de mi provincia y representar en mi obra la tranquilidad que siento cuando desando los adoquines y veo los caserones antiguos, sus fachadas. Esas piezas, si las hiciera en otro contexto, no quedarían igual. La ciudad me inspira”, dice Waite para colocar el punto final a la entrevista con una entonación casi musical, como el estribillo de un blues, de un feeling. A su altura, la cerámica ya ha filtrado bastante sentimiento a su alma.

Construyendo el destinoConstruyendo el destino

El secretoEl secreto

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