CAMAGÜEY.- Hay combinaciones a nuestro alrededor que le dan un sabor distinto a la vida, agradable. Se me antoja pensar en el aroma del café y las tardes, el canto del gallo y el amanecer, el arroz y los frijoles negros, el Facebook y la ironía… Pero también hay mezclas entre personas que, como experimento científico, producen mejores efectos. Cuando fusionamos a la pianista Lourdes María Cepero Estrada con el contrabajista Eduardo Campos Reid, obtenemos un buen resultado: el dúo A Piacere.

El binomio musical ha efectuado diversas presentaciones en la Sala de Conciertos José Marín Varona. Puede decirse que es uno de los grupos habituales en ese recinto destinado a promover la música clásica en la ciudad. En la presente semana, repitieron. Sin embargo, quedó claro durante la hora y media de duración del espectáculo que, el talento justifica cualquier posibilidad de regreso. Y si tiene el plus de la celebración de su  aniversario 15, mejor. Aumentan las expectativas del público.

Para inaugurar la velada, el conjunto rompió el silencio con la partitura Sonata Opus 5, #2. En los primeros compases se escuchó el armónico ritmo y fue apreciable el entendimiento que ambos artistas demostraron sobre el escenario. Las teclas y las cuerdas crearon una melodía coordinada y apacible, que hicieron efectivas los constantes vaivenes agudos del contrabajo. Muy relajante. Con Intermezzo y tarantella, obra de Reinhold Gliére, los intérpretes quebraron la tranquilidad inicial y transformaron su espacio circundante en una atmósfera de acelerados dedeos sobre el teclado y el mástil.

En medio de la vibrante función, las raíces de A Piacere. Desde su fundación en el 2003, ha contado con más de 90 actuaciones, en sitios como las Escuelas de Arte del país, la Basílica Menor de San Francisco de Asís, el Teatro Auditorium Amadeo Roldán, la Sala Dolores, el Palacio del Teatro Lírico Nacional… y siempre agasajados con los aplausos de los espectadores. Sus conciertos, integrados generalmente por piezas del siglo XX y XXI, también han sido disfrutados en eventos de su localidad como la Fiesta del Tinajón, la Feria del Libro y la Bienal de Narración Oral.

La experiencia de ambos artistas les da libertades. Les permite un desenfado expresivo, propio del que conoce a profundidad su oficio. Con una de las creaciones del bandoneonista y autor argentino, Astor Piazzolla, el equilibrio emocional de la partitura pareció estimulada por los aplausos y golpeteos de la maestra Cepero Estrada, sobre la superficie de madera del piano, por los balanceos a un lado y a otro, de Campos Reid, por la naturalidad que tradujo la obra del rioplatense.

A los protagonistas de la noche se sumaron los cantos del Dúo Voces, quien deleitó a los presentes con el tema El amor camagüeyano y un popurrí de boleros compuestos por Marta Valdés y Piloto y Vera, con arreglos vocales, todos, de Teresita Romeo Miranda. Luego, los músicos homenajeados regresaron al proscenio con un encanto diferente, con un nuevo as bajo la manga.

Cuando los tres tocaron el Gran dúo concertante para violín y contrabajo, de Giovanni Bottesini, el ambiente se tornó chispeante. Pero, ¿Tres?, sí porque acompañó el trabajo de Lourdes y Eduardo la excelente disertación del violinista Ariesky Guilarte García. Como en un tríptico pictórico, cada artista ejecutó un rol decisivo en la pieza, ni por encima, ni por debajo. Diversos ritmos y derroche de virtuosismo, no obstante, los matices sonoros se complementaron para dibujar, en notas, la delicadeza.

Una ovación cerrada del público elogió la exquisita presentación de los intérpretes y, también, los 15 años de vida del conjunto camagüeyano. Para materializar el tributo, la Dirección Provincial de Cultura le otorgó la distinción Espejo de Paciencia, y otras instituciones culturales de la provincia también reconocieron al grupo por acoplarse tan bien y generar aplausos, al gusto, o como dirían los italianos, a piacere.